Comentario al Evangelio del
El libro de que habla el Apocalipsis es la Biblia, los Evangelios, las Cartas, los Hechos de los Apóstoles, todos los libros que la Iglesia reconoce como Palabra de Dios, como los textos fundamentales que nos transmiten la buena nueva de la salvación. Son textos que deberían estar siempre en las manos de los cristianos. Porque en ellos se encuentran los más originales testimonios de nuestra fe. Leyendo esos textos nos unimos a una historia de 2.000 años, a millones y millones de creyentes que han hecho de esos textos el centro de su meditación y que en ellos se han encontrado con las huellas de Jesús. Hoy también son para nosotros mediación fundamental del encuentro con Jesús y, en él, con el Padre de todos.
Los que han hecho la experiencia de acercarse a la Palabra de Dios no como quien lee un libro por pura curiosidad sino como una experiencia espiritual, como un momento de escucha de Dios que nos habla al corazón y nos enseña a vivir en plenitud, como personas libres y responsables, que nos anima a comprometernos con el reino, han pasado por la misma experiencia de que habla el Apocalipsis. En la boca la Palabra tiene un sabor dulce como la miel. Es una palabra que consuela, que recrea la vida en nuestros corazones, que da esperanza, que anima a vivir. Pero en el estómago, dice el Apocalipsis, provoca ardor. Y ésa es también experiencia común entre los que se han acercado de verdad a la Palabra. Porque ser libre no siempre es fácil. Supone tomar decisiones arriesgadas. Supone servir a la fraternidad con riesgo de la propia vida. Supone dar la vida por los demás. Supone crecer como persona, dejar de ser niños y tomar decisiones, asumiendo responsablemente sus consecuencias. No siempre es fácil, pero el creyente sabe, por la Palabra que ha dejado llegar a su corazón, que cuenta con la energía y la gracia de Dios, con su perdón y su misericordia.
Jesús pasa por esa misma experiencia. Su vida tiene momentos felices de encuentro con los hermanos, de cercanía a los que sufren y a los oprimidos. Jesús cura y sana, devuelve la esperanza, recrea la vida a su alrededor. Pero también, por ser fiel a la voluntad de Dios, se encontrará con decisiones complicadas. Tiene que expulsar a los vendedores del templo y eso le ganará definitivamente el odio de los poderosos. Pero puso su confianza en Dios. Ahí queda su ejemplo. ¿Seremos capaces de seguirle?