Comentario al Evangelio del

Patricia Molina, rmi

De la lectura del evangelio de hoy rescato la figura de Herodes que “trataba de ver a Jesús”, trataba de conocerlo, de descubrir quién es. Podríamos decir que Herodes estaba en actitud de búsqueda. Por lo sucedido con Juan Bautista a Herodes se le había achicado el corazón, se le había enfermado de miopía espiritual y ahora al sentir hablar de tantos prodigios que realizaba Jesús sintió que se le movía el piso.

Claro está que Herodes no acostumbraba a mirar el corazón de los hombres y mucho menos a ver con el corazón, y menos aún a mirar su propio corazón. Lo que sí experimenta es angustia, por  no haber ampliado el horizonte de su mirada con Juan Bautista.
Ver con el corazón es la invitación que nos propone Benedicto XVI en Deus caritas est: “El programa del cristiano -el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús es un «corazón que ve»”.Y Benedicto nos marca bien claramente cuál es la fuente donde nutrirse, cuál es el aula y el maestro donde se aprende a “mirar con el corazón”: “Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo (…) ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta encíclica: «Dios es amor». Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir qué es el amor. Y desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar” (n°12), porque allí, en la pasión, la mirada compasiva, abrasadora, personal del Señor, se hace gesto, se vuelve oblación, “acto de entrega mediante la institución de la Eucaristía durante la Última Cena (…) dándose a sí mismo a sus discípulos en el pan y en el vino, anticipo de su muerte y resurrección” (n°13). 

Vale la pena preguntarnos si nuestra mirada es como la de Jesús o como la de Herodes que frente a Jesús no sabe reconocer su amor. ¿miramos como Dios mira?