Comentario al Evangelio del

Patricia Molina, rmi

Queridos hermanos:

La parábola del administrador sagaz nos abrió la puerta a una semana en que la palabra se nos presenta como luz que debe ser compartida, pues como dice Jesús “ninguna lámpara se enciende para ser guardada”, con esta frase Jesús pone al descubierto nuestra capacidad para comunicar.

Jesús quiere hacernos caer en la cuenta que  la palabra en nuestro corazón  funciona como la luz en las pupilas; cuando hay menos luz, en tiempos difíciles y de oscuridad,  las pupilas de nuestro corazón se hacen más grandes para dejar entrar más luz. 

Hoy nos toca a nosotros este hermoso desafío de ser comunicadores de luz que implica asumir una preocupación activa por la vida y el crecimiento del otro y de la sociedad de la que formamos parte. Es una llamada a detener el propio andar para observar, para prestar atención, para sentirnos responsables del otro. El verdadero comunicador no  ignora a quienes están al costado del camino, doloridos y lastimados. El verdadero comunicador es aquel que es capaz de advertir lo que otros no ven, se detiene,  pregunta con respeto y  con una actitud constructiva y piadosa se convierte en voz de quienes no pueden hablar. 

La lámpara símbolo de la luz, representa la buena noticia que debe ser proclamada, comunicada sin miedo, ya sea con nuestra voz, ya sea desde nuestros gestos,  desde nuestras obras. Esta es la paradoja de las cosas de Dios, que no se aseguran reteniéndolas, sino regalándolas. Nosotros hijos del Buen Dios somos portadores de LUZ y es nuestro gran desafío ILUMINAR nuestra realidad, somos nosotros esas lámparas que Jesús necesita sean puestas sobre este universo para llenarlo de su paz y su amor, para TRANSFORMARLO.

Compartamos esa palabra que ha iluminado nuestra existencia y con  Marcos Witt cantemos: “enciende una luz, déjala brillar la luz de Jesús que brille en todo lugar, no la puedes esconder, no te puedes callar, ante tal necesidad, enciende una luz en la oscuridad.”