Comentario al Evangelio del

Conrado Bueno, cmf

El amor y la Ley

Sábado


El sábado era la expresión suprema de la religión judía. Ante todo, era día de descanso. Evocaba el descanso de Dios después de crear el mundo y el descanso del pueblo después de la liberación de la esclavitud. Se convirtió en signo de la Alianza de Dios con su pueblo. Era un día de alegría y alabanza al Señor. Hasta aquí, todo estupendo.
    Sin embargo, las exigencias de este descanso se fueron convirtiendo, según palabras de Jesús, en “fardos insoportables”. Por ejemplo: estaban prohibidos los negocios, hacer fuego, recoger leña, salir, arar y cosechar, incluso la defensa en caso de guerra.
    Las exageraciones cerradas de los hombres dieron al traste con el proyecto bonito de Dios: también es necesario para el hombre el descanso, el ocio, lo gratuito, la alegría, el culto y la adoración de Dios. (Y, encima, nosotros ponemos la Resurrección del Señor como gracia que ilumina, entero,  el domingo cristiano).

Jesús
Jesús se proclama señor del sábado. Y sentencia “no está hecho el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre”. Jesús resucitado ha dejado caducas todas las leyes y tradiciones.
Mete a sus enemigos en un brete: ¿Está permitido, en sábado, hacer el bien? ¿Se puede salvar a un hombre o dejarlo morir?
Y sus enemigos son incapaces de reconocer la evidencia, lo que, seguro,  les inspira su conciencia y su corazón humano. Así de terrible.

El hombre

    Es trágico pensar que para algunos -¡también, hoy!- resulta pecaminoso hacer el bien, sanar a la gente, curar al enfermo, dar esperanza al que sufre. Todavía perduran posturas inflexibles, cerradas, intransigentes. Y para más “inri”,  se creen que, así, agradan a Dios, como los escribas y fariseos. Repasemos, por ejemplo, las peloteras que armamos a propósito de ciertas materias de liturgia, de moral, de formulación doctrinal. Discernamos con el Evangelio: ¿Son la voluntad de Dios sobre el hombre o, más bien,  son actitudes cerradas (o interesadas) de los hombres?
    Como que quisieron cargarse a Jesús. También los profetas de hoy son rechazados apelando a razones que no parecen salir del corazón del Evangelio.
    Menos más que el Evangelio es tozudo. Y Jesús sigue siendo el que carga con los dolores del mundo, el que pasa curando, haciendo el bien. ¿Por qué enfrentar el culto a Dios con el amor al hombre? Qué tremendo.