Comentario al Evangelio del
DISTINGUIR LO BUENO DE LO MALO
A veces nos desanimamos porque vemos la fuerza que tiene el poder del mal, de la corrupción, de las violencias que pueblan nuestro mundo y nuestros pueblos. Sentimos entonces la tentación de abandonar, de desistir de la misión de ser sal y luz, fermento, levadura que fermenta la masa.
Frente a la actitud del Maligno, astuto como los hijos de las tinieblas, que crea confusión llamando al mal bien, y al bien, mal; nosotros aparecemos como sembradores del Reino que han aprendido a tener la paciencia de Dios que permite que crezca cizaña (el mal) y trigo (el bien); la maldad y la bondad, egoísmo y el amor; para evitar que al arrancar la cizaña se lleve con ella también el trigo.
Cuando germine el trigo la diferencia será patente y la evidencia del fruto permitirá reconocer quién es quien, la supremacía de lo uno sobre lo otro. Al final será el Amor el que derrote a las fuerzas de las tinieblas.
Con la mirada puesta en el Padre, vencedor de la muerte, del mal, de la injusticia, no cabe el desánimo y la derrota. El Espíritu de Jesús nos fortalece en nuestra vida y misión.