Comentario al Evangelio del

Juan Lozano, cmf

Querido amigo/a:

    El baño purificador del general extranjero Naamán en las aguas del rio Jordán trae a nuestro recuerdo el sacramento del bautismo. El agua que limpia y purifica, así estamos llamados a renovarnos en este ya ecuador de la Cuaresma. Bautismo, no lo olvidemos, que se celebra y al que somos llamados a actualizar con todo gozo en la Vigilia Pascual, la noche de todas las noches. Es esa misma “Agua” la que nos invita a beber el salmo tan hermoso de hoy: como busca la cierva corrientes de agua... mi alma tiene sed del Dios vivo (Sal 41).

    En su propio pueblo, Jesús recrimina a los fariseos que no han sabido captar los signos de los tiempos, mientras que la viuda y el general, ambos paganos, favorecidos por los milagros de Elías y de Eliseo, sí supieron reconocer la actuación de Dios. Una vez más, en labios de Jesús, la salvación se anuncia universal, para todos, y son precisamente unos no judíos los que saben reaccionar bien y convertirse a Dios, mientras que el pueblo elegido le hace oídos sordos. Y es que sólo reciben el agua de la vida aquellos que tienen sed y la desean. No gustó nada esta corrección de Jesús, casi adelanta su muerte.

    El santo religioso que hoy celebramos tampoco fue entendido, muchos le tenían por loco, mientras su locura era atender con verdadero amor a todos los enfermos y desahuciados que la sociedad discriminaba. El loco de Dios, le llamaban. También por locas fueron tomadas las mujeres que en 1911 iniciaron una protesta laboral en una fábrica textil de Nueva York reclamando los derechos que no tenían frente a sus compañeros varones y por la que fueron encerradas y quemadas vivas en la misma fábrica. Esta acción animó a otras mujeres y colectivos a más movilizaciones en defensa de los derechos de la mujer, y por eso un 8 de marzo también celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Queda mucho por avanzar en la igualdad de derechos, también en nuestra querida Iglesia. Oremos especialmente por todas las mujeres que sufren la discriminación laboral en muchos países del mundo y por las que sufren la lacra de la violencia. Oremos para que avancemos en esta tarea de la igualdad de género, que es construir Reino, tal y como nuestro Señor desea.

Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.