No es un acto, que se realiza de una vez para siempre, sino un verdadero proceso, que ha de durar la vida entera.

No es un acto, que se realiza de una vez para siempre, sino un verdadero proceso, que ha de durar la vida entera.
Orar es dejarse mirar amorosamente. La vida espiritual cristiana no puede resultar nunca fácil, cómoda o barata.
La virginidad, la pobreza y la obediencia constituyen las tres dimensiones más hondas del vivir humano de Cristo.
En numerosas ocasiones, no ha sido fuente de paz y de alegría, sino de escrúpulos y hasta de tortura interior.
El verdadero profeta, por ejemplo, está siempre entre dos fuegos. Habla a los hombre en favor de Dios; y habla a Dios en favor de los hombres.
Una comunidad de vida-misión.
La permanente situación de cambio, en que se halla el mundo actual, se expresa en cambios profundos, acelerados y universales (cf GS 4-9), que suponen una verdadera transformación social y cultural, y que afectan grandemente a la vida religiosa, y que han de tenerse muy en cuenta en todo el proceso de su renovación-adaptación.
La opción radical por Dios, por el Dios de Jesucristo, ha de traducirse necesariamente en una opción radical por el hombre.
La dimensión teologal-contemplativa de la Vida Consagrada
No es, tanto la muerte de Cristo la que nos ha salvado, cuanto su obediencia hasta la muerte.
Jesús es no sólo la personificación de la autoridad, sino también la personificación de la obediencia.