El mejor servicio que los curas pueden hacer a la fe propia y ajena es vivir con entusiasmo su vocación por el Reino. En la medida en que la viven, también las comunidades somos más fraternales, más evangelizadoras y más creativas.
Autor
Francisca Rosique
Alentadores de la fe de sus hermanos
El mejor servicio que los curas pueden hacer a la fe propia y ajena es vivir con entusiasmo su vocación por el Reino. En la medida en que la viven, también las comunidades somos más fraternales, más evangelizadoras y más creativas.
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Lc 14,25-33. El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
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