CONSIDERACIONES INICIALES:

Decir “PARA el Padre, DESDE el Hijo y EN el Espíritu, que son los capítulos de esta reflexión, es más que un juego de proposiciones. Es una manera de acercarse a la experiencia espiritual.
Vivir. Este es el verbo más indicado a la hora de elaborar una meditación sobre el fundamento y las implicaciones de la espiritualidad laical . Vivir por al fin y al cabo de lo que se trata es de tener vida, y vida en abundancia. Y quiero retomar aquí las tres motivaciones básicas de ese vivirse de cara a Dios tal y como las fórmulas de la espiritualidad tradicional: vivir para dar gloria a Dios, para la salvación de las almas y para la santificación personal.
En esas estamos; en la ardiente lucha por una felicidad personal que repercutiendo necesariamente en la felicidad de los demás, haga feliz al Dios que nos ha caído en suerte. La espiritualidad es por tanto el arte de la felicidad.
                
 
				 
                    



