Vicaría o concejalía

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    El casamiento constituye una realidad humana intensa, exuberante, desbordante. Pide celebración. Se expresa en fiesta compartida. Me refiero al casamiento que es fruto del amor, del enamoramiento. Éste hace nacer lo mejor de cada persona hombre o mujer. La energía del amor es lo mejor del ser humano. Tan  profundamente humana, que es una energía divina. El amor conyugal es alianza interpersonal; es alianza y compromiso. Los poetas han cantado desde antiguo el fulgor de esta energía vital, corporal, mística. Es un tema  perenne como la condición humana misma.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.     Todo lo que se elogie la realidad humana del amor matrimonial se quedará corto. No es sabio minusvalorarlo para exaltar la significación sacramental del mismo amor. Pero la concejalía no es la vicaría. En nuestra sociedad actual hay muchas que elogian el matrimonio civil, quieren normalizarlo. Pero no pueden ocultar la intención de quitar atractivo y seriedad al matrimonio sacramental. De hecho, utiliza los mismos símbolos, pero los desnaturaliza. ¿Qué alianza simbolizan los anillos? La mesa, el mantel blanco, las flores, las velas, las lecturas de los textos jurídicos y poéticos, las músicas, imitan servilmente al ritual litúrgico. Aparentemente todo es igual: hasta las invitaciones y el banquete, los vestidos.

    Pero no es lo mismo. Nada es igual en realidad. ¿Qué nos invitan  a celebrar en un matrimonio  civil? ¿Qué se prometen y a qué se comprometen pública y solemnemente? ¿Se lo toman ellos en serio? ¿Nos invitan a ser testigos o a ser meros espectadores de una escenificación?

    Es cierto que nadie tiene la garantía de  futuro.

    Todavía existe una frivolidad añadida: cuando ya el hecho  de la convivencia se hace aburrido, la concejalía es progre; la vicaría es convencional. Es obvio que los chicos y chicas progresistas pasan por el ayuntamiento. Eso es ser originales y creativos. Eso distingue. Eso es lo que se lleva…

    Hace falta mucha fe humana para creer. Hace falta mucha confianza para vencer el temor de estar celebrando un matrimonio con fecha de caducidad. La misma institución civil matrimonial que celebra y recomienda el respeto, la fidelidad, la responsabilidad de los contrayentes, les está ofreciendo el divorcio fácil y rápido. No deja de ser una gran hipocresía.