Ven, Espíritu Santo, y derrama sobre nosotros el don de CONSEJO.

19 de mayo de 2010
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El don de Consejo es necesario para saber elegir en el día a día lo que Dios quiere, no sólo lo que es lícito, sino lo que es mejor; es tener el discernimiento interior para optar por “lo bueno, por lo que le agrada a Dios, por lo perfecto” (Rm 12, 2). De este don depende la conciencia formada y recta, la delicadeza y sensibilidad de la misma conciencia.
Gracias al Don de Consejo, se apuesta por la voluntad divina, se sigue la insinuación del Espíritu. El salmista “bendice al Señor que le aconseja, que hasta de noche le instruye internamente” (Sal 16 [15], 7).

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.San Pablo, después de su conversión, da testimonio de cómo siguió la directriz del Espíritu: “Cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia…” (Gal 1, 15-17).

Por la obediencia al don de Consejo se acierta en la elección de forma de vida, en el discernimiento de la vocación. Para seguir la insinuación del Espíritu Santo se debe permanecer atento a los signos que acompañan sus sugerencias; Él es el Abogado, el Defensor, el Paráclito.

El Espíritu actúa sin violencia y es fiel. No se impone, a pesar de que no cesa en su acompañamiento. No compite, pero se deja notar por la paz del corazón. No abandona, aunque se tarde en percibirlo. Es como el ojo de la conciencia, el oído del corazón, la luz en el horizonte, hacia donde se deben dirigir los pasos.

En el bautismo se nos concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante sus dones (CIC 1266). Por la Confirmación se “aumentan en nosotros los dones del Espíritu Santo” (CIC 1302). El Espíritu se comunica a través de mediaciones. “En la formación de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz de nuestro caminar; es preciso que la asimilemos en la fe y la oración, y la pongamos en práctica. Es necesario también examinar nuestra conciencia en relación con la Cruz del Señor. Estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada de la Iglesia.” (CIC 1785)

¡”Ven, Espíritu Santo, e infúndenos el don de CONSEJO”!