Tener la Respuesta Correcta No Es Suficiente

25 de septiembre de 2012
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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.La verdad por sí sola no es suficiente. Debe estar equilibrada con las otras propiedades trascendentales de Dios: la unidad, la bondad y la belleza.
Puede sonar demasiado abstracto, pero lo que esto  significa en concreto es que a veces podemos tener todas las respuestas correctas y aún así estar equivocados. ¿Cómo?  Si actuamos en la verdad, ¿cómo podemos estar equivocados?

La primera trampa es la siguiente: Podemos estar actuando en la verdad y, de hecho, haciendo todas las cosas correctas, sin embargo nuestra energía puede ser errónea. T.S. Eliot dijo una vez: "La última tentación es la mayor traición. El hacer una buena acción  por una razón equivocada."  Podemos ver lo que está en juego al observar al hermano mayor del hijo pródigo.  En la superficie nada  le falta a su devoción hacia su padre. Da fe de que su vida está libre de culpa y es un paradigma de la devoción filial.  Ha guardado todos los mandamientos, nunca ha abandonado la casa de su padre, y  ha hecho todo el trabajo requerido. La ironía es que no se da cuenta de que él no está, de hecho, en el interior de la casa de su padre, sino que está en pié fuera, y  el padre le está invitando cariñosamente.  ¿Qué es lo que le mantiene fuera si ya hace todo lo que hay que hacer?  La amargura y la ira.  Sus acciones son correctas, sin embargo su corazón está enfermo.  La amargura y la ira no son una energía adecuada para alimentar la verdad.  Podemos ser escrupulosamente fieles y aun así encontrarnos de pie fuera de la casa de Dios y fuera del círculo de la comunidad y de la celebración por tener un corazón amargo. La gratitud es la energía que se necesita para alimentar a  la verdad.

Al igual que el hermano mayor del hijo pródigo, podemos hacerlo todo bien y aún así, de alguna manera, estar equivocados.  Y esto es particularmente importante porque pone en cuestión nuestros esfuerzos, tanto individuales y eclesiales, por ofrecer la verdad, las respuestas correctas, a los que nos rodean, a nuestros propios hijos que ya no van a la iglesia, ó a la sociedad como un todo.  Si, dentro de nuestro decir la verdad, hay elementos de elitismo, arrogancia, ira, falta de respeto, falta de comprensión, o peor aún, moralizaciones amargas, nuestra verdad no se escuchará, no porque nuestra verdad esté mal, sino por nuestra energía lo está.
Es por eso que Jesús nos invita a "proclamar la verdad en parábolas".  La verdad no es un martillo; es una invitación que respetuosamente debe ofrecerse a los demás.

Y aún queda una potencial segunda trampa: Podemos tener las respuestas correctas y la energía correcta, y sin embargo tener una mala comprensión de esas respuestas.  Vemos esto, por ejemplo, en el Evangelio de Marcos, cuando Jesús hace a los discípulos la pregunta: "¿Quién decís vosotros que soy yo?"  Pedro responde, y responde correctamente, diciendo: ". Tú eres el Cristo, el Mesías" Sin embargo Jesús le calla inmediatamente ("¡No se lo digas a nadie!") Y posteriormente le reprende con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás!" ¿Por qué?  ¿Acaso no estaba él en lo cierto?

La respuesta de Pedro fue la correcta, Jesús era el Cristo, pero su comprensión de lo que esto significaba estaba bastante equivocada.  Para Pedro, el concepto de un Mesías connotaba poder terrenal y especialmente un privilegio terrenal, mientras que para Jesús significaba el sufrimiento y la muerte.  Pedro dijo la palabra correcta, sin embargo tenía una comprensión equivocada de esa palabra.  Algunos eruditos especulan que ésta es la verdadera razón detrás del llamado "secreto mesiánico" en los Evangelios, donde Jesús pide a sus discípulos repetidas veces no revelar su identidad.  Su renuencia a que los discípulos difundieran públicamente quien era él  estaba basada en el temor de que ellos no podían, antes de la Resurrección y Pentecostés, comprender adecuadamente su identidad y de que invariablemente predicarían un mensaje falso.

Podemos tener las respuestas correctas y aun así estar equivocados, porque nuestra energía  que va junto a esas respuestas es falsa, ó porque tenemos una comprensión errónea de las respuestas.  Es bueno tomearse esto en serio, sobre todo cuando somos personas relevantes proféticamente ya sea en religiosa, ó moral, ó socialmente.  Podemos tener el agua de la vida, la verdad que hace a la gente libre, y la causa justa, sin embargo nadie, excepto los que son como nosotros, va a aceptar recibirla de nosotros si nuestra energía está equivocada, ó el entendimiento de esa verdad es erróneo.  Es fácil racionalizar que es debido a que  somos profétas, el resto fiel, los últimos guerreros de la verdad en pie, que no estamos siendo escuchados y porqué somos odiados.  Sin embargo, frecuentemente,  no estamos siendo escuchados porque estamos equivocados, somos elitistas, no empáticos, ó directamente no amamos; no porque seamos guerreros de la verdad ó la justicia.

Y por eso tenemos que ser humildes y tener en cuenta la advertencia de Jesús de proteger el "secreto mesiánico" y "anunciar la verdad en parábolas."  En resumen, tenemos que estar atentos siempre, no sea que tengamos una energía falsa detrás de nuestra verdad, ó que estemos entendiendo mal la verdad y esto nos haga alejarnos del discipulado y Jesús nos tenga que reprender con las palabras: "¡Apártate de mí, Satanás!"

    

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