Siento que Dios está en la cotidianidad de mi vida.
Tengo que referirme al momento presente, ya que la experiencia de la fe es para mi absolutamente dinámica y cambiante.

Durante el día son las personas, en el trabajo, en la familia, en los diferentes grupos con los que comparto alguna actividad, las que me obligan a ser consecuente con lo que creo. Nunca puedo aparcar valores como el respeto, la justicia o la solidaridad. Considero que cada encuentro con otra persona es muy importante y no puedo referirme a momentos más significativos.
Si que es especial el pequeño espacio de la noche, cuando se va haciendo silencio y repaso el día que termina, todo lo que he recibido, los aciertos y los errores. Es la hora de la reconciliación y de la paz, aunque dure sólo unos minutos.
María Teresa Ozores (profesora)
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