Sábado de la tercera semana de Cuaresma

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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

«Oh, Dios, ¡ten compasión de este pecador!»

Dos formas de entender la vida. Desde luego, en principio sabemos la que está bien y la que está peor. No hay que creerse que eres alguien, porque más dura será la caída, cuando falles. Y a mí me parece que éste puede ser el pecado de la gente de Misa. De forma consciente o inconsciente, tendemos a dar por hecho que no somos como los demás. Y quizá sea verdad. Ojalá que se note que somos creyentes en nuestra vida. Aunque eso no nos da derecho a sentirnos superiores. Solo Dios conoce lo que hay en cada corazón. Así que, no solo en Cuaresma, repitamos a menudo la frase del fariseo: ten compasión de mí, que soy pecador. Sintiéndola de verdad,  sabiendo que su misericordia es infinita.

Oración.

Dios Padre nuestro,
llenos de alegría
porque siempre nos acoges,
haz que nuestra oración
y la participación en los sacramentos
nos coloque en nuestro lugar,
pecadores arrepentidos,
perdonados por tu inmensa misericordia.
Amén.

    

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