Quo vadis, Eurolandia?

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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Los 17 países miembros de la zona euro han podido tener un breve suspiro de alivio: en días pasados, otros dos países han ratificado la potenciación del llamado “fondo salva-estados” (conocido con el acrónimo inglés EFSF). El jueves 29 de septiembre, el Bundestag (es decir la Cámara Baja del Parlamento alemán) aprobó con un clara mayoría (523 votos contra 85 y 3 abstenciones), la ampliación del fondo, que además recibió, al día siguiente, el “sí” de parte del Bundesrat (la segunda Cámara o “Länder”). También el viernes el Parlamento austriaco dio vía libre, aumentando así el número de países que han ratificado la reforma a 14.

El EFSF, es decir el European Financial Stability Facility, es el mecanismo europeo de estabilización financiera creada en mayo de 2010 para ayudar a los países miembros en dificultades, como Grecia y Portugal, y así mantener la estabilidad en la zona euro. La sociedad, con sede en Luxemburgo, que estará operativa hasta el verano de 2013 (cuando debería comenzar a funcionar otro mecanismo, el ESM o European Stability Mechanism), disponía inicialmente de un techo máximo, de garantías concedidas por los estados miembros, de 440 billones de euros y podía emitir materialmente bonos de calificación triple A hasta casi los 250 billones de euros. La confirmación del EFSF, decidida este verano, aumenta estas garantías hasta los 780 billones de euros, permitiendo una capacidad efectiva de intervención de 440 billones de euros.

Sobre todo en Alemania, la propuesta de reforzar el fondo salva-estados ha sido acogida con poco entusiasmo. La población de la primera economía europea, que ha “sacrificado”el marco por la moneda única, se está revelando cada vez menos dispuesta a pagar por los errores o presuntos derroches de los demás. La potenciación del EFSF implica, además, obligaciones arriesgadas para Alemania, que ve aumentar el volumen de las garantías provistas por Berlín de 123 a 211 billones de euros.
Mientras que las dos grandes formaciones de la oposición en el Bundestag, el Partido Socialdemocrático (SPD) y los Verdes (Die Grünen), apoyaban el refuerzo del fondo europeo, lo que temía la canciller democristiana Angela Merkel era una rebelión dentro de su propio partido, el CDU, y especialmente en el partido gemelo bávaro, el CSU, cuyo líder y ministro-presidente de Baviera, Horst Seehofer, era muy crítico.

Al final, la canciller ha superado ampliamente la mayoría necesaria de 311 votos favorables en el Bundestag, que cuenta con 620 sillones. Merkel ha conseguido mantener la llamada “mayoría del canciller” (Kanzlermehrheit), obteniendo 315 votos favorables entre las filas de los 330 diputados de su coalición de democristianos (CDU/CSU) y liberales (FDP), y evitando una crisis de gobierno. Uno de los 15 disidentes, Wolfang Bosbach (CDU), ha sido criticado tan duramente por su colega Ronald Pofalla, que no descarta retirarse de la política en 2013, como afirmó en una entrevista en la Domradio (30 de septiembre).

Otro francotirador ha sido el liberal Frank Schäffler, el primer diputado de la mayoría, hablando abiertamente de una “insolvencia controlada de Grecia”, como recuerda la web Linkiesta (28 de septiembre). “Grecia no tiene ni la más mínima posibilidad de salir de la crisis actual, permaneciendo en el euro. El problema de Grecia es un problema de competitividad. Interesa tanto a Europa como la propia Grecia que salga del euro y devalúe su moneda para relanzar su economía”, dijo el parlamentario en una entrevista para la web. Según Schäffler, ampliar el fondo empeorará sólo la situación de Grecia.
Con el vía libre a la potenciación del EFSF, Alemania ha elegido continuar su compromiso a favor de la Europa unida. Pero la pregunta es si la “recapitalización” del EFSF bastará. La respuesta parece negativa. “El paso que estamos dando ahora no bastará”, dijo Kurt Lauk (CDU) al Wall Street Journal (30 de septiembre). “El suspense del euro continuará”, advirtió. De hecho 440 billones de euros no bastarán si Europa se viera obligada a ayudar a países más grandes, como por ejemplo Italia, la tercera economía europea.

Todo indica que Alemania se opondrá a un nuevo incremento del fondo “salva-estados”, un movimiento que además arriesgaría su calificación triple A. La conocida agencia calificadora Standard & Poor ha advertido además de que Alemania podría ser rebajada en el caso de una nueva inyección en el EFSF. “Una perspectiva terrible para un país donde una calificación AAA está casi tan valorada como el derecho al voto”, comentó el Economist (28 de septiembre).

“No queremos que las deudas nacionales, como las de Grecia, se conviertan en deudas europeas”, afirmó Horst Seehofer en una entrevista al Süddeutsche Zeitung (28 de septiembre), en una entrevista en la que ha rechazado eventuales potenciaciones del EFSF. Su mensaje a Merkel ha sido muy claro. “Hasta aquí y no más allá”, advirtió el político democristiano.

Durante este tiempo, la posición de Grecia se ha vuelto cada vez más insostenible. Mientras la llamada “troika” -compuesta por representantes de la Unión Europea (UE), del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI)- ha llegado este fin de semana a Atenas para ver si hay presupuestos para entregar el sexto tramo de ayudas (casi 8 billones de euros; la fecha prevista para la decisión, el próximo 13 de octubre, ha sido aplazado in extremis), de la capital griega llegan noticias poco alentadoras.

Según las últimas proyecciones, con el 8'5% del PIB, el déficit público griego será este año superior al objetivo del 7'6% acordado con la UE y el FMI para las ayudas. Además, como recuerda Reuters (2 de octubre), tampoco en 2012 Atenas conseguirá centrar el objetivo de una relación déficit/PIB del 6'5%. Se encontrará alrededor del 6'8%.

Aunque el gobierno del primer ministro Georgios Papandreou continúa tomando medidas muy drásticas, como la decisión de mandar a la “reserva” a 30.000 funcionarios públicos y recortar un 20% a las pensiones que superan los 1.200 € mensuales, muchos expertos consideran que la insolvencia o “default” del país es inevitable. “¿Grecia? Ha fracasado ya”, sostiene Nicholas Economides, consultor financiero del gobierno griego, citado por la web Carta 43 (29 de septiembre). Según Economides, que enseña en los Estados Unidos, los planes de la UE “sirven sobre todo para salvar a los institutos bancarios europeos pero no a Grecia”.

“El euro está prácticamente muerto”, escribió el director de los Global Securities Services del grupo UniCredit y ex presidente de la Bolsa Húngara, Attila Szalay.Berzeviczy, en un artículo publicado en Index.hu y citado por Mauro Bottarelli (Il Sussidiario.net, 30 de septiembre). El euro está más allá dela posibilidad de ser salvado, la única pregunta que queda abierta todavía es durante cuántos días la acción de retaguardia y sin esperanza de los gobiernos europeos y de la BCE podrá tener elevado el espíritu de Grecia”, continúa Szalay-Berzeviczy. Para el autor, un fracaso griego provocaría un terremoto de magnitud 10 en toda Europa, creando un pánico que “podría llevar a la destrucción de la zona euro”.

El fracaso y la consiguiente salida de Grecia de la zona euro sería, de hecho, un golpe tremendo. Sería -como advirtió el director economista del Citigroup, Willem Buiter- “un desastre financiero y económico no sólo para Grecia, también para los 16 países miembros que quedan en la zona euro” (The Wall Street Journal, 30 de septiembre). Según los cálculos del ministro de Economía de Polonia, Jacek Rostowski, cuyo país ostenta actualmente la presidencia de turno de la UE, el coste de la exclusión de un país de la zona euro sería similar al 25% del PIB del primer año, el 10% de los años siguientes, y que haría subir la tasa media de paro en Eurolandia al 15%.

Los mismos griegos temen lo peor. Según una encuesta publicada en el periódico To Vima, el 67% de la población prevé la insolvencia de Grecia. Mientras que el 70% no quiere que Atenas salga de la moneda única en caso de “default”, apenas una quinta parte espera una vuelta a la vieja moneda, es decir el dracma. Como revela el Spiegel Online (2 de octubre), otro sondeo, publicado esta vez por el periódico sensacionalista Ethnos, el 57% de los griegos quiere sobre todo la paz social, y casi el 50% pide un gobierno de unidad nacional.

La cuestión del salvamento de Grecia coloca a Europa ante un enorme desafío. Mientras que algunos piden “más Europa” y hablan abiertamente de los Estados Unidos de Europa, como ha hecho recientemente el ex ministro de Asuntos Exteriores alemán y exponente de los Verdes, Joschka Fischer, otros, entre los cuales destaca Seehofer, no quieren saber nada de esto. Sobre todo en Gran Bretaña, las penalidades del euro son una “ocasión de oro” para los escépticos, como demuestra un encuentro organizado el pasado mes -qué casualidad- en la Thatcher Room de Westminster, en la que participaron más de 100 parlamentarios del Partido Conservador (The Economist, 15 de septiembre).

Los problemas de la zona euro resaltan los límites del proceso de decisión en el interior de la UE. Para concluir la ratificación de la potenciación del EFSF, que debería suceder a finales de este mes, falta sólo el “sí” de Malta, Holanda y Eslovaquia. También la aprobación por parte de Bratislava es muy dudosa. No hay una mayoría en el parlamento eslovaco que apoye esta decisión. “Votaremos en bloque contra la EFSF”, dijo el líder del pequeño partido euro-escéptico Libertad y Solidaridad (SaS), Richard Sulik, que se sienta en la coalición de gobierno dirigida por la primera ministra Iveta Radicova, al Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung (2 de octubre).

La crisis pone a dura prueba el sentido de solidaridad en el interior de la “casa Europa”. “Grecia está en bancarrota”, declaró Michael Fuchs, experto en economía de la CDU, al Rheinische Post (3 de octubre). “Probablemente no podemos hacer otra cosa que condonar a Atenas al menos el 50% de su deuda”, observó el presidente del influyente círculo parlamentario Mittelstand, que representa al sector de las pequeñas y medianas empresas, considerado la espina dorsal de la economía alemana.

Frente al drama que está viviendo Grecia, conviene recordar algunas de las palabras y reflexiones dedicadas a la economía y a las finanzas del Papa Benedicto XVI en su carta encíclica “Caritas in Veritate” (29 de junio de 2009), en la que destacó, por ejemplo que “toda decisión económica tiene una consecuencia de carácter moral” (37) e invitó a los financieros a “redescubrir el fundamento ético de sus actividades” (65). “Recta intención, transparencia y búsqueda de buenos resultados son compatibles y no deben ser separados”, afirmó el Pontífice.

Volando hacia Madrid, Benedicto XVI volvió al tema de la actividad económica este verano. “La economía no se puede medir según la máxima del beneficio, sino según el bien de todos”, explicó el Papa a los periodistas a bordo del avión, recordando que esto “incluye la responsabilidad por el otro”, es decir “responsabilidad por la propia nación y no sólo por sí mismos, responsabilidad por el mundo -ya que una nación no está aislada, ni Europa está aislada” (Radio Vaticana, 18 de agosto). Palabras que pueden , quizás, inspirar a los políticos que lidian con las consecuencias de la crisis y calmar a las bolsas, que están en fibrilación por los temores a un fracaso griego.

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]