¿Por qué la Fe se Siente como Duda y Oscuridad?

Print Friendly, PDF & Email
Print Friendly, PDF & Email

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Dios es inefable. Esta es una verdad que es aceptada universalmente como dogma entre todos los cristianos y entre todas las grandes religiones del mundo. ¿Qué quiere decir?

En esencia, significa que Dios es más que  nosotros, no es como nosotros, sino que se sitúa en un ámbito totalmente diferente. De una manera más concreta significa que Dios no puede nunca ser encapsulado por el pensamiento, la imaginación ó la palabra. Los conceptos, las imágenes o las palabras que tenemos sobre Dios en el mejor de los casos son inadecuados, y en el peor son idolátricas.  Dios siempre es más de lo que podamos pensar, hablar, ó imaginar.

Sin embargo tenemos pensamientos, imágenes y palabras acerca de Dios, y muchos de ellos se transmiten en las Escrituras.  ¿Qué podemos hacer con nuestras imágenes bíblicas y teológicas tradicionales de Dios? ¿No son precisas y adecuadas? En una palabra, no, no lo son. Parafraseando a Annie Dillard, los conceptos y el lenguaje sobre Dios que nos dan las Escrituras y la tradición eclesiástica son simplemente palabras que tenemos permiso para usar sin caer en la idolatría. Nunca debemos fingir que son precisas y adecuadas; las mismas Escrituras lo dejan claro.  No entender esto confunde nuestra noción de fe y de duda.

Debido a que existencialmente no comprendemos y aceptamos que Dios es inefable, fácilmente confundimos la fe con la imaginación. En pocas palabras, porque creemos que Dios puede ser imaginado y pensado, sentimos que tenemos fe, en la medida en que podemos imaginar su existencia y su persona.  Por el contrario, dudamos y nos definimos como agnósticos, cuando no podemos imaginar esto.  Y por lo tanto ingenuamente identificamos la fe con la capacidad de crear fantasías imaginativas y sentimientos acerca de Dios, y viceversa.

Sin embargo, dado que Dios es inefable, nunca podremos imaginar bien su existencia ó su persona. Esta es una tarea imposible, por definición. No tenemos más que conceptos finitos con los cuales podemos tratar de captar el infinito, y por lo tanto todas nuestras facultades humanas son incapaces de concebir a Dios, sería como tratar de pensar en el mayor número que fuera posible contar.

¿Significa entonces que la fe se opone a la razón humana?  No.  La fe no niega la razón humana, sino que simplemente la empequeñece. Es algo similar a la forma en que las más sofisticadas fórmulas dentro de la astrofísica contemporánea empequeñecen a la aritmética elemental; o a la forma en que la luz cegadora de un sol de mediodía eclipsa la luz mezquina de una vela. Por otra parte, aunque útiles, incluso éstas analogías son inexactas.  La existencia y la persona de Dios no pueden ser imaginadas como una suprema Súper-persona, alguien como nosotros, excepto que es supremamente superior.  El imaginar a Dios de esta manera todavía pone a Dios en el reino de lo finito, como si fuera incluso una criatura aunque Súper-suprema, imaginable, capaz de ser conceptualizado, no inefable, un número hasta el cual todavía podemos contar.  Dios, sin embargo, no es una realidad que se pueda contar.  La existencia y la persona de Dios no se pueden conceptualizar.

Por otra parte, esto también es cierto para nuestra comprensión del amor de Dios.  Éste amor también  está más allá de nuestra imaginación y capacidad de conceptualizarlo.  Nuestro universo, aunque finito, es tan vasto y prodigioso que nuestra imaginación se quedar corta en sus esfuerzos por tan sólo capturar el mundo finito.  Además de esto, sólo en este planeta, la tierra, tenemos miles y miles de millones de personas, cada una de las cuales tiene un corazón y un significado que es individualmente precioso. ¿Cómo podemos imaginar a un Dios que de alguna manera conoce y ama todo esto íntimamente? ¡No podemos! Nuestras mentes y nuestros corazones no se extienden tan lejos, aunque si lo suficiente como para preguntar: ¿Por qué un Dios infinito crearía un gran un universo inimaginable, y tantos billones y billones de personas para amar y compartir esta creación? ¿Y por qué un Dios infinito de repente dice (después de que todo ha sido creado): "¡Es suficiente!  ¡Ahora tengo a tanta gente como quiero!"

Dios aturde a la mente, al corazón y a la imaginación. No puede ser de otra manera. Cualquier Dios que pueda ser entendido no sería Dios.  Dios no es un Súper-hombre supremo, como nosotros, sólo que más grande, más fuerte y más poderoso. El infinito, precisamente porque es infinito, no puede ser circunscrito y comprendido, ya sea en su existencia, en su persona ó en su capacidad para amar. Podemos conocer el infinito, pero no podemos pensar el infinito.

Debido a esto, en algún momento de nuestra vida, la fe se sentirá como oscuridad, la creencia como incredulidad, y, la persona y la existencia de Dios se sentirán como nada, vacío, no-existencia. Nuestras mentes y corazones, en ese momento, llegarán a estar secos y vacíos cuando traten de imaginar ó sentir a Dios, no porque Dios no exista ó esté menos presente que el mundo físico, sino porque Dios está tan masivamente presente, tan real, tan por encima de todas las demás luces, que la realidad de Dios empequeñecerá todo hasta el punto de dar la impresión de que no existe.

En la fe, Dios se conoce de esta manera: como una luz tan brillante que se percibe como oscuridad, como un amor tan universal que se percibe como indiferencia, y como una realidad tan real que se percibe como la nada.