Poesía y espiritualidad

14 de julio de 2025

¿Quién lee poesía hoy en día? En esta era digital, en un tiempo donde lo práctico y comprobable ha reemplazado en gran parte a lo espiritual, ¿qué valor tiene la poesía? ¿Qué aporta?

Uno de los grandes pensadores de nuestra época, Charles Taylor, responde a esta pregunta en su libro Conexiones cósmicas. La poesía en la era del desencanto. Según él, la poesía está hecha para volver a encantarnos, para ayudarnos a ver más allá del aburrimiento de lo cotidiano y redescubrir la conexión profunda que existe entre todas las cosas.

Taylor dice que cuando somos niños estamos en contacto natural con ese orden profundo del universo, pero al crecer lo vamos perdiendo. Aun así, sentimos que nos falta algo, un deseo vago de volver a sentirnos completos.

Ahí es donde la buena poesía puede ayudarnos.

Cuando vivimos una experiencia, no solo la recibimos como una cámara que toma una foto. Le damos sentido. En palabras de Taylor: “No solo registramos cosas; recreamos su significado”. Así, como toda buena obra de arte, la poesía tiene la tarea de transformar una escena para que su orden más profundo se haga visible. El poeta francés Stéphane Mallarmé decía que el arte no debe pintar algo en sí, sino pintar el efecto que causa.

Para Taylor, un buen poema puede hacer eso. ¿Cómo? Ayudándonos a ver desde una perspectiva más amplia.

Cuando estamos muy metidos en nuestras propias vidas, estamos demasiado cerca como para entender bien lo que sentimos. La poesía le da forma a lo que vivimos, lo convierte en historia, en drama, y eso nos permite verlo con más claridad y dignidad. Por ejemplo, cuando se expresa poéticamente una emoción dolorosa, podemos mirarla desde fuera. El trabajo del poeta es hacer poesía con lo que normalmente no lo es. Como decía William Wordsworth, la poesía es “emoción recordada en tranquilidad”.

Para eso, el poeta necesita usar un lenguaje diferente.

Taylor lo explica así:

“La poesía es una ‘traducción’ de la comprensión en un lenguaje más sutil. Lo que no se puede explicar bien con palabras técnicas –como el valor, la moral, el amor, la belleza o el arte– necesita otros lenguajes para poder explorarse”.

El lenguaje práctico o científico sirve para describir el mundo de forma útil y clara, pero ya no lo vemos como un lugar donde habita el espíritu o la magia. Vemos el universo como un sistema de leyes que se pueden medir y controlar.

Taylor señala que hay una gran diferencia entre ese lenguaje práctico, que sirve para nombrar y manejar cosas, y el lenguaje de la poesía y del arte, que revela la esencia profunda de lo que nos rodea. El lenguaje poético nos hace sentir que algo nos llama, que no estamos solos, que hay alguien o algo ahí fuera.

La poesía, como la música, va más allá de las palabras comunes. Pero, ¿qué tiene todo esto que ver con la espiritualidad, especialmente con la espiritualidad cristiana? ¿No son la poesía y el arte algo subjetivo y, por tanto, sin valor moral?

Taylor no está de acuerdo. Él afirma que el buen arte y la buena poesía no son solo una cuestión de gustos, sino que tocan algo más profundo. Los significados que descubrimos en ellos tienen su lugar junto a las exigencias morales y éticas. ¿Por qué? Porque, según Taylor, la buena poesía nos da alegría, no solo placer.

¿La diferencia?

El placer intenso puede encerrarnos más en nosotros mismos.
La alegría, en cambio, aparece cuando descubrimos o recordamos algo bueno con sentido espiritual o ético.

La alegría, dice Taylor, despierta una intuición sentida que no es solo subjetiva. Es una apertura a lo esencial, a Dios.

Finalmente, Taylor cita al poeta Baudelaire, que decía:

“Es por y a través de la poesía y la música que el alma vislumbra el esplendor que hay más allá de la muerte; y cuando un poema hermoso nos hace llorar, esas lágrimas no son prueba de un placer excesivo, sino la señal de una tristeza inquieta, de una naturaleza que se siente fuera de lugar en este mundo y que desea alcanzar, aquí y ahora, un paraíso revelado.”

Entonces, ¿qué tiene que ver la poesía con la espiritualidad? Parafraseando a San Agustín:

“Nos hiciste, Señor, para ti, y cuando la poesía y la música agitan nuestro corazón con esa tristeza inquieta, entendemos que nuestro descanso verdadero solo está en ti.”

Artículo original en inglés

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