Oveja encontrada por el buén pastor
Testimonio de Isidro Hernández, joven que regresó a la iglesia después de estar algunos años alejado. Las reuniones mantenidas en su casa le ayudaron a realizar el viaje de vuelta a su parroquia en la que había sido acólito.
“Cuando mi casa se abrió a la Santa Misión me dejó inquieto. Al principio no pensaba asistir y participar en los actos organizados por la parroquia. Después me pareció deshonesto no estar en la reunión que se iba a tener en mi propio hogar. Me atreví a dar el primer paso y luego otro y otro hasta quedar inesperadamente tocado por Dios y comprometido todos los días de la Santa Misión. He tenido que reconocer lo maravilloso que es el Señor, pues no ha querido que me perdiese. A través de la misión ha salido a buscar esta oveja que estaba perdida. Me ha llegado el mensaje de cada jornada, de cada tema, de las reflexiones y oraciones compartidas, de los símbolos que presidían las reuniones. He vuelto a experimentar la conversión, la comunión, el amor de Jesús.
He reconocido todo el tiempo que he perdido en los años en que me alejé del Señor y de los hermanos. Felizmente he vuelto a la iglesia donde siempre tuve mi sitio. Estoy feliz. Me siento orgulloso de haber vuelto, de haberme confesado. Siento que nuestro Dios nos acoge a todos. Soy un pecador reconciliado, perdonado, amado. El Señor ha escuchado la súplica que en estos días le he dirigido. Mi propósito será asistir a la iglesia, no defraudar a Dios, tampoco a mí mismo a la comunidad a la que serví hace tiempo como acólito. Con mi familia quiero asistir nuevamente a las celebraciones de la eucaristía y hacernos presente en los actos comunitarios. Esta oveja perdida ha sido encontrada por el llamado del Buen Pastor”.

He reconocido todo el tiempo que he perdido en los años en que me alejé del Señor y de los hermanos. Felizmente he vuelto a la iglesia donde siempre tuve mi sitio. Estoy feliz. Me siento orgulloso de haber vuelto, de haberme confesado. Siento que nuestro Dios nos acoge a todos. Soy un pecador reconciliado, perdonado, amado. El Señor ha escuchado la súplica que en estos días le he dirigido. Mi propósito será asistir a la iglesia, no defraudar a Dios, tampoco a mí mismo a la comunidad a la que serví hace tiempo como acólito. Con mi familia quiero asistir nuevamente a las celebraciones de la eucaristía y hacernos presente en los actos comunitarios. Esta oveja perdida ha sido encontrada por el llamado del Buen Pastor”.
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