Nota final

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La esperanza y el coraje hacen posible vencer muchas dificultades. La Misión realizada en la diócesis de San Pedro Sula ha sido dura. Cada etapa tuvo sus momentos de gracia y de dificultad. Sus luchas y sus incomodidades, sus aciertos y sus errores. Al final, todo ha sido un regalo de Dios y de los muchos hermanos y hermanas que con fe y amor dieron lo mejor de ellos mismos a favor de sus comunidades.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. La Vida ha vencido. Y nosotros también. Todos nos hemos enriquecido. Todos hemos ganado en humanidad y en comunión. La Misión mereció la pena. Ha sido la “perla preciosa”, el tesoro escondido que el Señor ha querido manifestar a sus hijos amados. Él se nos ha revelado una y otra vez, en acontecimientos inesperados. A Dios le gustan las sorpresas. Nos enseña a caminar por sus caminos, a configurarnos con su voluntad, a confiar en su Providencia.

Finalizo este diario misionero en la Fiesta de la Epifanía del Señor. Sueño con que todos los evangelizadores seamos una epifanía cotidiana del Emmanuel, sueño con que dejemos tanto peso inútil que llevamos en el alma. Señor, no cerraré la puerta a ningún pobre, a ningún pensamiento bueno, a ningún niño, a ninguna cruz. Que no se muera ninguna flor, que no se acabe la esperanza, que no se apague ninguna sonrisa, que no se pierda el sendero de la alegría…

Señor, al final, sólo dos palabras:
Perdón y Gracias.

    

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