
Hoy, de nuevo son protagonistas el oído, la vista, el olfato y el tacto, y de manera especial el gusto.
  “Las gente se admiraba al ver hablar a los mudos, andar a los tullidos y con vista a los ciegos” (Mt 15, 30).
  “Preparas una mesa ante mí, perfumas mi cabeza, y mi copa rebosa” (Sal 22)
  “El Señor preparará un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos” (Isa 25, 7).
  En el Evangelio se recuerda que Jesús dio de comer a la multitud: “Comieron todos y se saciaron” (Mt 15, 37).
La sensibilidad y la corporeidad a las que aluden los textos exigen vigilancia, ser conscientes, caminar atentos.
Podemos estar siendo invitados constantemente con mensajes y mociones interiores a celebrar el encuentro con Dios y no percibirlos por falta de escucha o por distracción.
¡Despierta! ¡Pon oído! ¡Mira! ¡Corre! Se acerca tu salvación.
  Lecturas del Miércoles de la primera semana de Adviento
				
                    



