Queridos amigos:
¿Cómo os sentís en estos momentos? Imagino que habréis trabajado fuerte y duro durante el tiempo que lleváis de fin de semana y que éste será un momento privilegiado para vosotros, al descubriros el uno para el otro la razón más importante para seguir viviendo.
Cuando leais esta carta estaré celebrando la eucaristía por vosotros con un grupo de parejas. Os tengo bien presentes. Y es que os quiero un montón, aunque a veces no sepa cómo manifestároslo. De este cariño, que me surge a borbotones por vosotros, me nacen los sueños con los que quisiera que vuestra relación estuviera agraciada.

Estoy encantado de haberos conocido y haber podido contribuir a vuestro crecimiento como pareja. Amigo, me ha hecho mucho bien tu humildad sincera y tu confianza en tu esposa, en los amigos que os han acompañado en vuestro caminar y en mí. Amiga, me ha hecho mucho bien tu amor y acogida hacia tu esposo, precisamente en su debilidad y cuando no tenía méritos para ser amado, después de confesarte su infidelidad. Me ha hecho mucho bien tu madurez humana y cristiana. Me ha hecho mucho bien vuestra lucha por reconciliaros en los momentos de sufrimiento por los que habéis pasado. Ha sido como un parto. Cuánto mejor sería dar a luz sin tener que pasar los dolores del parto. Pero una vez pasados nos queda la alegría de la nueva criatura que nos ha nacido.
Disfrutad de este día. El futuro es lo que importa. El pasado ya no está más que en lo que queráis vivir de cara al futuro. Hoy puede ser el comienzo de algo maravilloso para vosotros y para quienes os estamos cercanos y os queremos de todo corazón.
Nos veremos. Os quiero un montón. Un fuerte abrazo.




