Martes de la tercera semana de Adviento
Lecturas del Martes tercero de adviento 2009
Al leer la profecía de Sofonías, que hoy nos ofrece la primera lectura, en la clave de la llamada al gozo y al regocijo, que nos hacía la Liturgia del III Domingo, cabe interpretarla desde otros textos de la Escritura, y al leer el texto en el que encontramos las expresiones “labios puros”, “arrancaré las soberbias bravatas”, “no cometerá maldades, ni dirá mentiras”, se pueden recordar las Bienaventuranzas y el canto del Magníficat: “Felices los limpios de corazón”, “Dichosos los mansos”, “Dios dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes”.
La alegría del Evangelio sigue ofreciéndose de manera paradójica. Nosotros difícilmente nos atreveríamos a proclamar que los publicanos y las prostitutas llevan la delantera en el reino de los cielos.
La auténtica alegría no se obtiene con fórmulas externas, sino con las actitudes del corazón. Cabe decir “no quiero” y hacer la voluntad divina, y hacer manifestaciones muy solemnes y después seguir el propio capricho. El hijo que dijo que no quería ir a la viña y al final fue, es el que cumplió la voluntad de su padre, mientras que el educado, que complació y aduló con sus labios y no fue, realmente desobedeció.
Dios no bendice por la buena o mala fama. Dios ve el corazón en lo profundo y a los de corazón sincero los bendice con la alegría interior. El pueblo pobre y sencillo confiará en el Señor. Él escucha a los humildes, libra de la angustia a los que suplican, está cerca de los atribulados, salva a los abatidos, redime a sus siervos. “Bienaventurados los pobres”.
¿Tienes paz?
¿Sientes gozo interior?
¿Te justificas a ti mismo con lo externo?
¿Haces lo que sabes que es bueno?
¿Te sientes juzgado o bendecido por la Palabra?
“El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él”.