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Manos Unidas recoge testimonios de misioneros españoles en el país

Manos Unidas -

 

El conflicto en Costa de Marfil no parece tener visos de terminar próximamente. Y, aunque así fuera, el daño que estas semanas han causado en la economía del país y en la vida de sus habitantes es ya irreparable. Los medios de comunicación ya han publicado noticias del comienzo de la evacuación de los ciudadanos españoles que así lo deseen, aunque el Gobierno de España asegura que todavía no se ha puesto en marcha ningún dispositivo de emergencia.

Son muchos los que, a pesar del clima de violencia, que casi podría considerarse de guerra civil, que se vive en Costa de Marfil, no desean salir del país. Entre ellos están los misioneros. "Ninguno hemos pensado en abandonar Costa de Marfil. No se nos pasa por la cabeza", nos comenta una religiosa, dominica de la anunciata.


Los religiosos de las numerosas órdenes que trabajan en el país africano responden como lo han hecho siempre que la violencia que ha desatado en los lugares donde cada día se dejan un poquito de su vida: quedándose con los que más los necesitan.


En Manos Unidas todavía no tenemos noticias de que hayan sufrido ataques o amenazas. El conflicto no parece ir por esos derroteros. Pero sí sabemos que están pasando miedo. Que algunos tienen acogidos a numerosos refugiados, que huyen del sinsentido de la violencia y que se las ven y se las desean para atenderlos a todos.


Costa de Marfil, a pesar de sus enormes riquezas naturales, (o quizá debido a ello) es un país sumido en la pobreza. Muy lejos queda la bonanza económica (basado en las exportaciones de cacao y café) de los primeros años posteriores a su independencia. La crisis de los mercados de los años ochenta (el precio del cacao cae en los mercados internacionales) llevó a esa floreciente economía a una situación de la que no ha podido sobreponerse (en 2010 ocupaba el puesto 149 de 169 en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD). Y demasiado cerca está la guerra civil que, durante cinco años, dividió al país en dos mitades enfrentadas y que, a pesar de los acuerdos de paz de 2007, no consiguió terminar con las rivalidades, que se mantuvieron siempre latentes.


Manos Unidas lleva muchos años trabajando con los misioneros y socios locales en Costa de Marfil. Durante este tiempo solo la guerra (y la imposibilidad de colaborar con garantías en el país) consiguió abrir un paréntesis de espera en esta estrecha colaboración. Tras los acuerdos de paz se reanudó la colaboración, dando prioridad a los maltratados sectores educativo y sanitario, sobre todo en las zonas más castigadas por el conflicto y más marginadas por el gobierno: el Norte y el Noroeste del país.


Por ello, asistimos con tristeza y temor a los acontecimientos que, por un tiempo, han vuelto a situar a Costa de Marfil en las portadas de los medios de comunicación. lamentamos y condenamos que este conflicto haya causado ya centenares de muertos y más de un millón de refugiados.

 


Extraído de Religión Digital

    
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