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¿Maestros o policías?

Maria de la Valgoma en Vida Nueva 2507 -
En un reciente reportaje hecho en varios institutos de Madrid, el director de uno de ellos dice: « lo que no nos gastemos ahora en maestros, nos lo gastaremos mañana en policía ».  Este profesor no es, en absoluto, exagerado; por el contrario, es tan lúcido como clarividente.

    El generalizado fracaso de la educación, y con él de los controles privados y sociales más inmediatos, nos conduce inexorablemente a soluciones penales y policiales.  Ése es el motivo de que la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos de los países de Occidente se hayan aprestado a rebajar cada vez más la edad penal.  Así, en Alemania un chico de 14 años es penalmente imputable -considerado responsable-, pero también lo es un niño de 10 años en el Reino Unido, o de 7 en México.  En nuestro país, de 16 se elevó a 18, pero no puede considerarse que haya una única edad penal, ya que se tienen en cuenta los 14, 16, 18 y 21.  Ya hay voces muy justificadas -de víctimas o de sus familiares- que piden la rebaja a los 14 y el ministro de Justicia ha dicho que « habrá que considerarlo ».  Cada vez más menores y a edades más tempranas cometen delitos de mayor gravedad.  Robos, violaciones, asesinatos, sin móviles aparentes o triviales.  « Quería saber lo que se sentía », « quería hacerse famoso », « me dan asco los negros »...

    Hacen falta maestros -y por supuesto padres- que distingan entre autoritarismo y autoridad, para que al suprimir uno no arrasen con la otra, y sean capaces de actuar.  Los niños y jóvenes lo necesitan.  También la sociedad.  De otro modo tendremos que poner detectores de metales a la entrada de los colegios, y policías por todas partes.  La alternativa es ésta: maestros o policías.  Nosotros elegimos.     
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