Los salmos como oración

27 de octubre de 2025

Imagen de la Biblia“Dios se comporta en los salmos de maneras que no se le permiten en la teología sistemática.”
Esa frase de Sebastian Moore puede parecer provocadora, pero toca un punto clave: hoy muchos se alejan de los salmos porque les incomodan sus palabras sobre odio, violencia, guerra o patriarcado.

Sin embargo, durante siglos los salmos han sido el centro de la oración judía y cristiana. Están en el corazón del Oficio Divino (la oración diaria de la Iglesia), se cantan en las vísperas, los rezan cada día millones de personas y los monjes los han repetido durante siglos como parte esencial de su oración.

¿Por qué entonces el rechazo? Algunos se preguntan: “¿Cómo puedo orar con textos que hablan de destruir enemigos o glorificar la guerra en nombre de Dios?” Otros critican su tono patriarcal, y hay quien simplemente dice: “¡Ni siquiera son buena poesía!”

Puede que los salmos no sean poesía refinada, y es cierto que expresan violencia, ira y deseos de venganza. Pero eso no los hace inadecuados para la oración. Más bien al contrario.

Una definición clásica dice que orar es “elevar la mente y el corazón a Dios.” Pero muchas veces no lo hacemos de verdad. En lugar de mostrarle a Dios lo que realmente sentimos, tratamos de esconderlo y decimos lo que creemos que Él quiere oír. No le mostramos nuestro enojo, nuestras dudas ni nuestras frustraciones.

Y justamente eso es lo que los salmos hacen: no esconden nada. Son oración porque expresan con honestidad lo que pasa en el corazón humano.

A veces nos sentimos agradecidos y alegres, y los salmos nos dan palabras de alabanza. Otras veces estamos cansados, enfadados o decepcionados, y los salmos nos ayudan a decirlo sin miedo: “¿Por qué callas, Señor? ¿Por qué estás lejos de mí?” Dios no se escandaliza de nuestros sentimientos; al contrario, quiere que se los confiemos.

También nos ayudan cuando sentimos culpa o necesidad de empezar de nuevo: “Lava mi corazón, dame un espíritu nuevo.” Y cuando la vida pesa o la fe tambalea, los salmos nos recuerdan que podemos llevarlo todo ante Dios, incluso nuestra rebeldía.

Los salmos son una escuela de oración porque recogen toda la gama de nuestras emociones humanas y las ponen en manos de Dios.

Pero a veces nos cuesta orar así. Nos incomodan sus imágenes fuertes o sus palabras duras. O simplemente nos da miedo reconocer nuestros sentimientos más oscuros: celos, ira, deseo de venganza. Entonces nuestra oración se vuelve artificial, mientras que los salmos nos enseñan a ser sinceros.

La escritora Kathleen Norris lo resume bien:

Si rezas con regularidad, no hay manera de hacerlo perfectamente. No siempre pensarás cosas santas ni te sentirás bien. Te acercas a los salmos con todos tus estados de ánimo y, aunque te sientas fatal, cantas igual. Descubres entonces que los salmos no niegan tus verdaderos sentimientos, sino que te ayudan a expresarlos ante Dios.”

Las frases bonitas que dicen cómo deberíamos sentirnos nunca sustituyen la fuerza realista de los salmos, que muestran cómo realmente nos sentimos.

Quien ora a Dios sin reconocer su propia ira, tristeza o deseo de justicia, quizá escribe postales inspiradoras, pero aún no ha aprendido a orar de verdad.

Artículo original en inglés