La última cena: encender la memoria

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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Cada Jueves Santo hacemos especial celebración de la institución de la Eucaristía por parte de Jesús en la última cena. Se suelen conjugar las distintas tradiciones evangélicas. Por una parte, la tradición sinóptica de la celebración de la cena pascual y la institución de la eucaristía. Por otro lado, el lavatorio de los pies, que, en la tradición joánica, ocupa el lugar de la institución de la eucaristía y por eso se suele representar con el lavatorio de los pies en la celebración litúrgica. He aquí alguna de las dimensiones principales de la última cena de Jesús con sus discípulos

  1. Celebración de un hecho,

La vida tiene acontecimientos que necesitan celebración. Esto sucede tanto en la historia personal como en la historia colectiva de los pueblos. El pueblo de Israel en su camino de liberación y de instalación en la tierra prometida reconoce que hay acontecimientos memorables. Uno de los principales es la liberación de la esclavitud en Egipto (Ex 12,21-23) Es preciso recordarlos, agradecerlos, actualizarlos (Dt. 16,1; Ex 11,12-14). Los hechos históricos celebrados se convierten también en promesas. En ellos Dios se acuerda de Isael y se hace presente. Despiertan las aspiraciones profundas hacia una plenitud mayor…

  1. Cena pascual

Ha tenido diversas formas a lo largo de la historia del Primer Testamento. Fue una celebración del templo de Jerusalén y también de las familias, sobre todo a partir del año setenta tras la destrucción del gran templo. En las familias se realiza la celebración y la trasmisión de la experiencia de la liberación. Los hijos preguntan sobre el sentido de los alimentos propios de la cena. El padre explica la historia salvífica que se rememora a través del pan ázimo, de las verduras amargas, del cordero, de las copas de vino y la bendición al hilo de los salmos del hallel. Se repite el estribillo: porque es eterna su misericordia. Jesús mismo está familiarizado con la celebración de la memoria de la gran liberación de la esclavitud. Al celebrarla él mismo con sus discípulos y cargarla con un nuevo significado, la renueva y la transforma

  1. Las comidas de Jesús

Las comidas de Jesús tienen un significado especial tanto en su historia prepascual como después de resucitado. La práctica natural de comer es mencionada en la Biblia 910 veces. Ya en el relato del paraíso se tematiza el hecho de comer del árbol de la vida y de la sabiduría. “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido que igualmente comió” (Gn3,6).  Tras el ayuno en el desierto Jesús siente hambre (Mt 4,1). A la mujer samaritana le pide de beber porque tiene sed (Jn 4,7). Tras la llamada a Levi y la respuesta de éste, Jesús celebra con él una comida que comparte con publicanos y pecadores. Y esa práctica sorprende y escandaliza a los fariseos (Lc 5,29-30). Después de la Resurrección se sigue repitiendo la comida con los discípulos. Es una forma de recalcar la identidad entre el Señor resucitado y el Jesús histórico. Es el mismo. Sigue haciendo los mismos signos. Los discípulos de Emaús son testigos de cómo, una vez puesta a la mesa, Jesús cogió el pan en sus manos, pronuncia la bendición, lo partió y se lo fue dando ( Lc 24, 30); ellos confiesan al final que lo reconocen al partir el pan. (Lc 24, 35. Más tarde la fracción del pan será uno de los nombres de la eucaristía (Act 2,42+; 2,46; 20,7.11; 27,35; 1Cor 10,16; 11,24)

  1. Conmemoración,

Jesús nos manda hacer la cena pascual en memoria de él. Esta nueva dimensión de la memoria empalma con la dimensión de memorial de la pascua judío. Jesús mismo ha querido dejar el memorial de su amor hasta el final en la cena compartida con los discípulos. En la cena de despedida Jesús expresa su testamento de amor hasta la muerte. Nos manda recordarlo y hacerlo presente repitiendo su mismo gesto en la comunidad cristiana. Ello significa que comer el pan bendecido, agradecido, partido y repartido es la forma de comulgar con su vida entregada hasta la muerte. Jesús muerte la muerte de un rechazado, traicionado, condenado públicamente por las autoridades religiosas y políticas. Aparentemente toda su vida termina en un fracaso. Pero su radical entrega de la vida por amor tiene que ser recordada y celebrada en la comunidad de sus seguidores.

  1. Compendio de la vida de Jesús

La última cena de Jesús es un compendio de su vida. Radicaliza su permanente actitud de entrega a la misión. Jesús se acerca a todos; ha venido para la liberación de todos. Su vida recorre el camino de un mesianismo original y nuevo; propone una nueva forma de existencia para los que quieren seguirle. Esa forma de vida nueva encuentra resistencia en el hombre viejo. Jesús es contracultural; renueva y radicaliza la religiosidad de Israel y de su tiempo. Vive y comunica una nueva imagen de Dios. Hace pasar la adoración a Dios del culto a la vida, de lo sagrado a lo secular, de lo privado a lo público. En su muerte, el velo del templo se rasga de arriba abajo. Se quiebra la distancia entre Dios y el hombre.

La última cena concentra la actitud amorosa de Jesús. Está en medio de los conflictos, de la incomprensión y de la traición; Judas le traiciona; Pedro no es consciente de la situación que se avecina. Jesús estando al borde de la pasión y de la condena a muerte de cruz, realiza su gesto de amor total. Recapitula su vida entregada y gastada al servicio del reino de Dios y del Dios del reino. La sacramentaliza en la última cena con sus discípulos al bendecir y partir el pan y repartirse él mismo dándose a sus discípulos y a nosotros a través de ellos.

  1. Consagración

El pan y el vino a partir de la última cena del Señor tienen una unión indisoluble con la entrega de Jesús. Están vinculados al testamento de amor de Jesús al entrar en su pasión que termina en la condena y en la muerte por crucifixión. La cena de despedida anticipa el proceso de la pasión. Lo más hiriente del proceso de la pasión es que Jesús es condenado por las autoridades religiosas, que están convencidas de hacer un servicio a Dios. Ellas actúan en nombre de Dios. Están persuadidas de que la obra y la vida de Jesús es contraria al Dios en que creen y al que sirven. Precisamente eso forma parte del profundo drama humano que es la muerte de Jesús por crucifixión.

La última cena anticipa el proceso de la pasión que va llevando a Jesús de la muerte a la resurrección. En la cena que nos deja el testamento de su pasión de amor y de sus padecimientos. Va a ser transformado. Va a ser consagrado y sacrificado para nuestra liberación.

  1. Cordero de Dios

La transformación de la vida de Jesús desde la última cena a la mañana de la resurrección implica la transformación del significado del cordero pascual al Jesús entendido como cordero de Dios. Pasa por la comprensión de la muerte de Jesús como entrega total de la vida. Jesús sacrifica su vida, es decir, la entrega hasta dejarse crucificar por amor, sabiendo que su amor vence la oscuridad de la muerte. Su forma de afrontar el rechazo y la muerte por amor, y puesta la confianza radical en manos del Padre, cambia el sentido de la muerte. Ilumina su oscuridad. La muestra como el paso del nacimiento definitivo a la vida para siempre.

Jesús mismo es ahora personalmente el que sustituye al cordero pascual. El es personalmente en verdadero cordero. La metáfora expresa la eficacia salvadora de la vida y la muerte de Jesús.