La primera soledad

Y durante el camino realizado por la tarde, un paisaje indeible. Garzas que acompañan. Un árbol alto y, en una de sus ramas secas, un buitre impaciente por bajar a tierra. Y el silencio de un bosque tropical, salmo de acción de gracias perfecta. Sin prisas de impaciencia, estaré presente entre estas gentes. Y meditaré, y rezaré, y desearé... en balsa, en canoa, en moto o a caballo, a pie... Inutilidad que piensan muchos. Para mí, en cambio, cuestión de amor... Es uno solo quien puede transformar este panorama. Y a Ese rezo, y de Ese me gustaría hablarles. Vivir desde este desconcierto que tanto está madurando mi persona. Viviré con paz, abierto a quienes me reclamen, sin angustias cuando nadie me llame ni quieran necesitar lo que yo puedo ofrecerles. Es lo único que sé: anunciar una Palabra. Y como es anuncio, recorrer muchos rincones. Fuera de eso ya no sé curar otras heridas ni ser útil en otros menesteres.
Si te ha gustado, compártelo: