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La practica evangelizadora de Jesús.

por Bonifacio Fernandez, cmf -
    En la dinámica evangelizadora de hoy existe una marcada tensión entre la doctrina y la praxis. Hay quien insiste en la necesidad de las ideas claras, en la importancia de los catecismos, en la urgencia de los dogmas y la pureza del mensaje. Hay quien acentúa la dimensión de vivencia, sentido, compromiso. Lo decisivo sería la práctica creadora de justicia y de solidaridad.

Tal vez sea inevitable la tensión, la polaridad. Pertenece a la forma evangelizadora del mismo Jesús, quien anunció, con gestos y palabras, el evangelio de la llegada del Reino de Dios (Mt 4,23; 9,35; Lc4,43; 8,1; 9,2.60). Los gestos son iluminantes y las palabras eficaces (Lc24,19; Me 1,17; ITes 1,5). La persona misma de Jesús es la Buena Noticia hecha práctica, actitud y palabra. Destacamos algunos rasgos llamativos de la praxis evangelizadora de Jesús.

La praxis de los pies

Un buen día Jesús abandonó su trabajo profesional en Nazaret y salió a los caminos. Se sintió llamado, ungido, movido por una misión. Se hizo profeta y peregrino de la gran Buena Noticia del reino de Dios. Socialmente apareció como un predicador ambulante rodeado de un grupo de discípulos y seguidores. Y no esperó que la gente viniera a él.

Tampoco fue la suya una peregrinación puramente interior y espiritual. Jesús de Nazaret recorrió las alquerías, los pueblos y ciudades. No sólo entró en las sinagogas. Cualquier lugar, cualquier situación era buena para contagiar la gran alegría. Recorrió a pie Galilea. Y Judea. Y no rehusó ir a los perdidos paganos ni a los perversos cismáticos de Samaría.

Hubo, sin embargo, tres caminos que Jesús recorrió con mucho esmero y frecuencia: el camino de los marginados y alejados. El camino de las divisiones y los conflictos para crear en ellos la nueva fraternidad, la nueva familia que preludia y anticipa el reino. Él camino de Jerusalén, del sufrimiento, de la persecución y de la muerte.

La praxis de los ojos

El anuncio de Jesús no es precisamente una nueva idea, una nueva verdad o doctrina. Nos trasmite una nueva manera de ver y sentir. La enseñanza de Jesús es ocasional; no desarrolla un sistema doctrinal. Parte de la contemplación de la vida cotidiana. Sus ojos trasfiguran las anécdotas, los pequeños acontecimientos. Son ojos iluminados y enamorados. Su mirada lleva el fulgor de su filiación. Todo se convierte en signo cuando es visto desde la misericordia entrañable del Padre.

La mirada de Jesús es capacidad simbólica. En la perspectiva de la llegada del reino de Dios la mirada de Jesús es anticipadora. Descubre los destellos del reino que llega ya como liberación. Todo acontecimiento y encuentro es vivido a la luz de la esperanza.

La praxis de las manos

Jesús no fue un soñador idealista y despistado. Es cierto que anuncia la soberanía del Dios-amor, que experimenta la existencia humana como relación de amor, que resume y concentra su radicalismo en el mandamiento nuevo del amor; mandamiento que se desprende de su ejemplo. El amor que practica y proclama no se reduce a un sentimiento ni se limita a la intencionalidad. Es efectivo y concreto. Tiene una ineludible dimensión política. Comienza en el corazón y pasa por las manos; es transformador de la situación real de opresión y marginación. Afecta tanto a sus causas profundas cuanto a sus consecuencias.

El discurso de Pedro en casa de Cornelio nos resume la praxis de Jesús: «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo» (Hech 10,38). El amor de Jesús cura las enfermedades. Los cuatro evangelios narran abundantemente las curaciones de Jesús con respecto a enfermedades de todo tipo: fiebre, lepra, ceguera, parálisis, mudez y sordera, epilepsia. Nos dan también noticia de tres resurrecciones de muertos y siete milagros sobre la naturaleza. En conjunto, la praxis de milagros acredita la misión evangelizadora de Jesús. Nos muestra que la evangelización abarca la realidad corporal e histórica del hombre.

La praxis evangelizadora de Jesús incluye las acciones exorcistas. La mentalidad popular de su tiempo interpretaba que las enfermedades, sobre todo las mentales, eran una manifestación del poder del Maligno; que la esfera del mal constituye una unidad; que los hombres son víctimas del ejército de espíritus malos. Los exorcismos son una lucha contra los males concretos que afligen a las personas. Jesús celebra la destrucción del mal (Lc10,18).

Estas son algunas de las prácticas significativas por las que Jesús pone manos a la obra de lá transformación del mundo. Seguir a Jesús es proseguir su misión y su praxis evangelizadora. El seguimiento implica hacer lo que Jesús haría hoy, seguros de que no haría nada diferente de lo que hizo.     
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