Es bueno dar gracias al Señor y proclamar su misericordia. Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!
Cuarenta años de vida y experiencia misionera me invitan a hacer memoria de algunos hechos significativos, reveladores de la obra de Dios en mí.
Sacerdote misionero: el mismo día de mi ordenación sacerdotal pude comunicar a mi familia, a mi madre y hermanos: Tengo una buena noticia que darles, me voy para América.
Despedida de mi madre: cuando ya se acercaba el día de mi partida, le escribí a mi madre: la alegría de una madre es la alegría de su hijo. Yo soy feliz con mi vocación misionera. Y sé que tú compartes este mismo gozo. En mi despedida no quiero ver lágrimas en tus ojos. Y mi madre, en todas mis despedidas, me dio ese hermoso regalo.

Es Cristo quien vive en mí: después de varios años como misionero entre los Kunas, acompañé a un grupo de cinco hombres maduros a la capital, a un cursillo de cristiandad. Era algo insólito: ¿qué sorpresas nos depararía? Llegó la hora de los testimonios y me tocó en suerte escuchar sus voces: “estoy feliz, me he encontrado con el Señor, es Cristo quien vive en mí “. Fue el punto de partida para iniciar e impulsar un proceso de formación de Laicos kunas, evangelizadores de su pueblo en su lengua y cultura.
Identidad indígena, identidad cristiana: ¿Para ser cristiano tengo que dejar de ser indio? Hubo que caminar muchos años en la pastoral indígena hasta llegar a hablar de inculturación del Evangelio, de evangelización inculturada. Por fin, pudimos sorprendernos con gran gozo, al escuchar algunos testimonios: “Mi fe cristiana me fortalece como indio kuna y fortalece mi compromiso con mi Pueblo”. “Mi identidad indígena da nuevo rostro y expresión autóctona a mi fe cristiana”. “Mi identidad indígena y cristiana hace posible un diálogo vital, fecundo y enriquecedor, entre el Pab Igala (Teología India) y la Biblia al servicio del Proyecto de Vida del Pueblo en el horizonte del Reino”.
Con los marginados y excluidos: ante el fenómeno llamativo de la migración de los kunas a la ciudad, como misioneros decidimos abrir un centro de misión en la capital para un acompañamiento pastoral. Visitas a enfermos en los hospitales. Visitas a las cárceles y trámites legales. Cenas de navidad con homosexuales, los más marginados. Servicios fúnebres, transportando cadáveres por su extrema pobreza. Acompañamiento a grupos organizados en su lucha por conseguir tierra y casa, formando comunidades. Hoy son ocho comunidades o pueblos kunas, barriadas en la periferia de la ciudad, algunas con su pequeño templo y el acompañamiento pastoral de un misionero claretiano.
En comunión eclesial: cada año, durante diez días, acompañados de nuestro Obispo misionero, nos reuníamos todos los equipos misioneros de Darién, Kuna Yala, Costa Abajo y Colón. Un tiempo para ver la realidad: desafíos y respuestas. Un tiempo de retiro y oración. Un tiempo de iluminación teológica y espiritual. Un tiempo de actuar: formular los compromisos en el proyecto evangelizador. Y un comunicado, carta abierta a la sociedad y a la Iglesia: denuncia, anuncio y testimonio de compromiso y esperanza. Una experiencia de profunda comunión eclesial, animada y sostenida por el Espíritu durante un período de años.
“Un hombre para los demás”: Como Provincial y maestro de novicios se me ha dado la gracia de vivir para los demás, pendiente de sus gozos y esperanzas, de sus quebrantos de salud, crisis y conflictos; y alegre también de los mejores frutos que da el anuncio del Evangelio. He tenido el privilegio, en tiempos de Navidad y Semana Santa, de ir en misión, una y otra vez, a los lugares más lejanos y abandonados, de mayor pobreza, donde casi nunca llega el sacerdote.
Síntesis apretada: experiencia de Dios, vocación misionera, opción radical, dejarlo todo y seguir a Jesús, el único Señor, opción por los pobres, evangelización inculturada, promoción humana, laicos evangelizadores, en comunión eclesial, “un hombre para los demás”, especialmente para los últimos, empobrecidos y excluidos. Con mística misionera, alimentada por la Palabra, el Pan de la Eucaristía y la convivencia con los pobres.




