LA MADRE QUE JUEGA CON EL NIÑO. El icono de la Virgen de Pelagonitisa

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Origen del nombre “Pelagonitisa”

El origen del nombre dado al icono no ha sido todavía del todo aclarado. Habitualmente se hace derivar del nombre de una región entre Macedonia y Epiro, llamada Pelagonia, cuya capital hoy es Bitola.

El país, largo tiempo pretendido por el Imperio bizantino y la dinastía serbia, cae pronto en mano de los turcos, de religión musulmana, que lo sometieron al saqueo y humillaciones con la intención de erradicar el cristianismo. Este clima explica la destrucción de muchas obras de arte y objetos de culto, especialmente iconos, entre los cuales el de la Pelagonitisa.

Otros han preferido hacer derivar el nombre de la palabra griega Pelagos, que significa mares, océanos. El término figura, de hecho, entre los títulos aplicados a María para expresar algunos aspectos de su papel en la obra de la salvación en favor de la Iglesia y de los fieles. La misma liturgia la invoca como Océano de Misericordia y Mar de bondad y de amor.

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Una variante de la Virgen de la Ternura

El tipo iconográfico es el de la Eleousa, más comunmente llamado de la “ternura” debido al sentimiento que expresa la actitud de Madre e Hijo. El icono de Eleousa se perfeccionó en Constantinopla pasado el siglo X, como se aprecia en dos iconos célebres del siglo XII: la Virgen de Vladimir (Rusia) y la llamada Damascena,(actualmente en la isla de Malta. Seguidamente se modificó el icono Eleousa, especialmente en la periferia del Imperio bizantino. Estas modificaciones han destacado los gestos de ternura de la Madre y el Niño antes impensables.

La Virgen de Pelagonitisa, que aquí nos interesa, es una versión posterior de este tipo iconográfico donde el sentimiento ha saltado hasta convertirse en juego y ternura, dejando un tanto de lado el hieratismo, especialmente en el Niño, que, olvidando su condición de Dios-Hombre se explaya en los brazos de su Madre.

Gestos de afecto entre Madre y Niño

El tipo de icono descrito es uno de los más sorprendentes de la iconografía por su distanciamiento de la concepción solemne que tenían los bizantinos de sus Vírgenes. Esto explica el porqué del desconocimiento de este tipo en Constantinopla y por qué aparece en una región marginal.

Los estudiosos han discutido mucho sobre el origen de este icono, proponiendo muy diversas soluciones: Unos han buscado el origen en Italia, otros, más genéricamente, en Oriente. Esta última tesis parece la más fundada en los documentos literarios. Uno de los documentos más sugestivos lo tenemos en san Efrén Sirio, el mayor doctor de la iglesia siria del siglo IV. Efrén describe así los sentimientos y gestos de Madre e Hijo, en un himno sobre la Navidad:
“He aquí a María, tu Madre, también tu hermana, tu esposa y también tu esclava: inclinada te ha alumbrado y sin postura te acaricia, te aprieta al pecho y te abraza; canta tus alabanzas, te pide y te proclama; luego te alacta, te aprieta al pecho y te abraza; te canta la nana y te sonríe a ti, Niño. Y así tú ríes y exultas, tomas la leche materna. La que te ha engendrado se sorprende y la que es tu creatura, está presa de admiración. ¡Colma, oh Hijo, la alegría de tu Madre. Gloria a ti!

    

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