En su habitual columna de la revista cristiana 21rs, el purpurado sevillano explica que “la razón de nuestra fuerza no es el poder humano, sino la ayuda de Dios a la débil y a lo pobre”.
De ahí que, a su juicio, “la Iglesia no tenga la atracción de un crucero de lujo, ni la potencia de un portaaviones, ni la fuerza de una fragata cargada de misiles”. Porque “nuestra fuerza está en la debilidad, nuestra esperanza en el brazo de Dios”.
El cardenal Amigo rechaza “la manía de querer dar a la Iglesia el modelo de un grupo político o de una simple sociedad para organizar acontecimientos religiosos y servicios sociales”.
A su juicio, con esta manía “no sólo se desfigura la imagen de la Iglesia, sino que se la desconoce por completo”. Por eso, para definir a la iglesia, el cardenal de Sevilla, junto a la imagen actual y frágil del cayuco, opta por las imágenes clásicas “de la viña que cuida el Señor, del rebaño donde Él es el buen pastor, del campo donde crece la semilla de la Palabra o del pueblo nuevo de Dios”.