Jueves después de Ceniza
(Dt 30, 15-20; Sal 1; Lc 9, 22-25)
TEXTO A MEDITAR:
“Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal.
Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás”.
REFLEXIÓN:
Cuando uno siente la debilidad, siente a la vez la tendencia a la justificación, y como argumento, quizá trae el modo de pensar que impera en su entorno, dejándose llevar por la normalización de la conducta, desde las voces de los que dominan.
Es fácil querer legitimar el propio comportamiento, apoyados en los datos estadísticos o sociológicos. Pero si la decisión que se toma es opuesta a la verdad revelada, a lo que Dios nos ha dicho en su Palabra que es bueno, y lo ha inscrito en nuestro corazón, tendrá resultados negativos para quien vive alejándose de la verdad y para aquellos con los que se convive. El salmista proclama: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche”.
ORACIÓN:
Señor, tu Palabra es ofrecimiento permanente. No cedes ante la experiencia de mi debilidad, porque Tú eres bueno y clemente. La tentación no siempre se presenta por convivir con la mediocridad, sino por no soportar la indigencia, y aunque es verdad que tu misericordia es eterna, uno piensa que ya es hora de acudir a ti por fidelidad y agradecimiento, más que como mendigo e indigente.
La llamada a la conversión, a tomar el camino adecuado, a desandar tantas sendas independientes es, sin duda, una gracia, pero duele estar siempre reconociendo la torpeza. Quizá, Señor, es tu pedagogía, para permanecer en la conciencia humilde de la menesterosidad, en vez de envalentonarse en el bien hacer, de manera protagonista.
PROPUESTA:
-«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.”