(Dicen que una cosa es predicar y otra dar trigo. Sabio refrán. Porque evangelizar no es cuestión de palabras. Es cuestión de vida. Se trata de vivir y de transmitir vida. La vida es el lugar de la evangelización. En ella ha de trasparentarse la vida de ese Dios que es relación de amor. Si donde hay amor allí está Dios, el matrimonio es un "lugar teológico". Un lugar privilegiado donde encontrar al Dios y Padre de Jesús. Claro que, para que lo sea, el matrimonio ha de cuidar su relación y manifestarla de manera transparente. Cuando lo hace, se convierte en una gozada para los buscadores de Dios.)
Mis queridos amigos:
Imagino que ahora estaréis cosechando el fruto de vuestros desvelos y vuestra entrega. Disfrutad de esas personas a quienes tanto bien habéis hecho. Gozaros en la fecundidad de vuestra relación de amor, de la que se benefician no sólo vuestros hijos, sino también todos los que os estamos cercanos y tenemos ojos para ver y oídos para oír.

Ya hace años que estamos en relación. Cuando echo la vista atrás, mi corazón rebosa de gratitud por todo lo que hemos vivido juntos. Vosotros habéis sido compañía en la soledad, sostén en la debilidad y acogida en las caídas. Vosotros me habéis sostenido en mi vocación. Habéis sido una fuerte razón para seguir viviendo.
Espero que lo sigáis siendo. Permitidme que me apegue a vosotros como un caminante sediento que va por el desierto y que encuentra un manantial de agua fresca en un oasis. Dejadme disfrutar de vosotros, mientras voy de camino..
Os quiero con alma, corazón y vida. Vuestro.




