Evangelio Seglar para la solemnidad San Pedro y San Pablo – 29 de junio de 2025

27 de junio de 2025

PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según San Mateo 16, 13-19

Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

NOTAS BÍBLICAS

El evangelio de la solemnidad de San Pedro y San Pablo es el mismo que el del domingo 21 del ciclo A, si bien éste se prolonga un versículo más. La figura de Saulo (San Pablo) no aparece en ningún evangelio, de ahí que se centre solo en la figura de Simón (Pedro).
Esta perícopa del evangelio de Mateo, aparentemente sencilla, es bastante compleja. Para San Mateo, marca un antes y un después en la actividad de Jesús y en su relación con los discípulos. Nuestra mirada se va a centrar en la figura de Pedro, dejando otros aspectos.
Jesús evalúa la percepción que se tiene de él. Después de preguntar por la opinión de la gente, pregunta a sus discípulos. Solo contesta Simón-Pedro (es la única vez que se le designa con su nombre y su apodo juntos), constituyéndose en portavoz del grupo, lo que muestra su liderazgo. Jesús había preguntado por la opinión sobre «el Hijo del Hombre» y Pedro dice que es «el Hijo de Dios», el Mesías esperado. Esta respuesta recibe la felicitación de Jesús, no tanto por lo acertada que es, sino porque no es fruto de su propia deducción, sino que le ha sido revelado por el Padre. En esta bienaventuranza, Jesús le llama por su nombre: Simón Bar-Ioná (Simón hijo de Jonás).

Entonces Jesús decide fundar la Iglesia, llamando a Simón por su apodo (Pétros -Pedro- en griego, traduciendo el Kephas -Cefas- arameo, como dice Juan 1, 42: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -que se traduce: Pedro-»), y dándole un significado en la naciente Iglesia: «sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Sorprende que Jesús llame a Simón «Piedra». En la Biblia, la Roca es Dios, y en el Nuevo Testamento, la Piedra angular es Jesús, así que causa extrañeza que Simón sea llamado del mismo modo. Sin embargo, así también es llamado Abrahán en Is 52,1-2: «Mirad la roca de donde os tallaron, | la cantera de donde os extrajeron. Mirad a Abrahán, vuestro padre…». Otros interpretan que, «la piedra sobre la que edificará la Iglesia», no se refiere a la persona de Pedro, sino a la confesión hecha por Pedro de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios: esa sería la piedra sobre la que se levanta la Iglesia. Comoquiera, el texto evidencia que san Pedro tiene una misión especial en la Iglesia de Jesucristo.

A continuación, Jesús despliega las dimensiones de la misión de Pedro en la Iglesia: posee las llaves del Reino, y tiene poder de atar y desatar.

La imagen de tener las llaves viene del Antiguo Testamento, donde el rey confiaba las llaves de palacio a un elegido, que podía dar acceso o no a los demás (Is 22,22: «Pongo sobre sus hombros | la llave del palacio de David: | abrirá y nadie cerrará; | cerrará y nadie abrirá»). De ahí se deduce la importancia que se le está concediendo a San Pedro en este texto. ¿Con qué significado? Jesús menciona la llave que tienen los maestros de la Ley, y los critica por cómo la usan en Lc 11:52 mencionan explícitamente las llaves: «¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido!» (también en el paralelo Mt 23,13: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.»).  Jesús les critica que cierren, a la gente, el acceso a la Palabra; por tanto, se entiende como el poder de dar acceso o no a las Escrituras: los rabinos, con su conocimiento de la Biblia, podían interpretar correctamente la Palabra para que la gente lo entendieran, es decir, tenían la llave para abrir su comprensión. Así como pasó en la imagen de la Roca, así pasa también en esta imagen de la llave: en el texto de Ap. 3,7 el que tiene la llave es Jesús, no Pedro: «el Santo y el Verdadero, el que tiene la llave de David, de forma que, si él abre, nadie cierra, y si él cierra, nadie abre».

Jesús explica lo que significa que Pedro tenga las llaves. Lo propios es se le suponga el poder de abrir/cerrar, pero Jesús cambia la imagen y habla de atar/desatar. Frecuentemente, se interpreta como el poder de excomulgar o perdonar los pecados, potestad que no queda excluida de dicha expresión. Pero esta es una imagen conocida en el antiguo mundo rabínico -el de los maestro de la Ley-, para indicar dos cosas: por un lado, el poder de interpretar las Escrituras, de enseñar el sentido correcto de la Palabra, como ya se ha dicho explicando la imagen de las llaves, de permitir entrar o de bloquear la entrada a la Palabra del Reino; pero además, también implica el poder de juzgar (ya que la interpretación de la Ley permitía discernir y dictaminar sobre los casos), o sea, de emitir un juicio de admisión o de rechazo, asimismo de perdonar o excomulgar, como se dijo. Por tanto, aquí se está dando a Pedro una misión esencial en la Iglesia.

Aunque esta misión se le dar en singular a Pedro, recalcando así su misión única en la Iglesia, no es un poder dado en exclusiva, pues en ese mismo evangelio, Mt, 18.18, Jesús dirá a todos sus discípulos: «En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos», extendiendo la potestad de Pedro a toda la Iglesia.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL TRABAJO
(Mujer, casada, trabaja, pertenece Comunidad eclesial y Movimiento Laical)

“Como a sus discípulos Cristo me interpela con esta rotunda pregunta:
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Podría haberme preguntado “¿Quién crees tú que soy yo?” y sin embargo me cuestiona en plural “vosotros” y elige para ello el verbo “decir”.
En mi lugar de trabajo, donde día a día me encuentro con compañeros y personas enfermas, todos necesitados, yo también, Jesús me invita a ser parte de una realidad común, de un “nosotros” donde testimoniar con mi vida quién es mi Señor. No siempre es fácil, siempre es necesario.
Con su Palabra el Señor me invita a salir de mi interioridad, privada, secreta, para compartir con los otros y expresar allá donde esté, desde mi cotidianidad, que el Señor Jesús es mi Cristo, mi salvación.
Optar por Él con radicalidad para anunciar con un gesto de cariño, una palabra de aliento, una mirada compasiva, la ausencia de juicio, la escucha atenta, la validación del sufrimiento, el perdón, la humildad, la prudencia, la alegría o el sentido del humor, que hay Esperanza, que la Cruz, ese sufrimiento del que tanto huimos, abrazado en unión con Cristo, es motivo de Vida Nueva.”

DESDE LA ENFERMEDAD
(Mujer, soltera, sociosanitaria, actualmente baja por enfermedad, pertenece Comunidad Eclesial y Movimiento Laical)

Una pregunta que nos transforma
Hoy Jesús me hace una pregunta directa:
«¿Quién dices tú que soy yo?»
No me pregunta qué he leído en los libros, ni lo que opina la gente con la que me rodeo. Me pregunta a mí, directamente. Y cuando estás en una etapa difícil, como la que vivo ahora —desanimada, cansada— esa pregunta llega con más fuerza.
He pasado muchos días sintiéndome vacía, inútil, como si ya no fuese útil en nada. Mi trabajo como sociosanitaria me enseñó a cuidar con amor, a sostener manos débiles, a ser apoyo de quien lo necesita. Pero ahora, soy yo quien necesita cuidado. Estoy de baja, me cuesta levantarme, me cuesta sonreír… y a veces me pregunto incluso si Dios se ha olvidado de mí.
Pero esta lectura me sacude el alma. Porque Pedro también era débil, impulsivo, inseguro y sin embargo, cuando se atrevió a decir con fe:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»,
Jesús lo miró con amor y le dijo:
«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.»
Y entonces pienso: ¿Y si también yo, con todas mis heridas, puedo ser piedra sobre la que Dios construya algo hermoso? ¿Y si, aun con depresión, puedo seguir siendo parte viva de su Iglesia?
Pertenecer a un grupo cristiano me ha sostenido cuando yo no podía sostenerme. En medio del dolor, he sentido que Dios me sigue haciendo esta pregunta, no para examinarme, sino para recordarme quién es Él para mí: mi esperanza, mi consuelo, mi sanador.
Y Jesús me dice hoy, ahora:
«Tú no eres tu enfermedad. Eres mi hija, amada, valiosa. Y sobre tu fe, incluso quebrada, yo puedo hacer maravillas.»

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a Movimiento cristiano)

¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?

Tú eres el Mesías.
El anhelado.
El buscado.
El creativo.
El de los caminos de santidad.
El de los mil caminos para evocar lo sagrado.
El de los silencios llenos de santidad.
El exigente lleno de misericordia.
El fascinante.
El fiel a lo más humano de lo humano
El gratuito.
El increado que se encuentra con nosotros.
El misterioso crisol de lo mejor de la humanidad.
El que abre las puertas a la paz.
El que arranca del dominio de la muerte
El que ayuda a someter el ego a la santa esencia de la vida.
El que busca amar y ser amado.
El que con nosotros arrostra nuestros miedos.
El que cuida la vida.
El que cumple las promesas.
El que da luz nueva e inagotable.
El que entra en resonancia con lo mejor del ser humano.
El que es constante referencia en nuestro deambular por la vida.
El que es más fuerte que cualquier negatividad de cualquier nivel de la realidad humana.
El que es permanente posibilidad de iluminación.
El que es uno con el momento que vivimos.
El que facilita entender lo que de verdad somos y amamos.
El que genera comunión.
El que habita las energías de la realidad.
El que hace de lo sombrío camino del encuentro con Dios.
El que hace madurar la vida a su tiempo.
El que hace nuevas las cosas
El que ilumina las sombras.
El que irradia santidad y justicia.
El que llena los silenciamientos.
El que mejora con su mirada.
El que muestra la misericordia raíz de la realidad.
El que no falla.
El que no tiene estrategia.
El que nos centra en la fuente.
El que nos convoca al vaciamiento para el necesario nuevo nacimiento.
El que nos despierta de los malos sueños
El que nos dice que no tengamos miedo.
El que nos espera más allá de cualquier crisis.
El que nos felicita definitivamente la vida.
El que nos impulsa a la fraternidad universal.
El que nos llena de confianza.
El que nos mejora desde la raíz.
El que sana los corazones heridos.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

Fano - San Pedro y San Pablo

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Hombre, casado, 3 hijos, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El Evangelio de hoy nos proporciona el contenido central para contemplar acontecimientos como los que hemos vivido recientemente con el fallecimiento del Papa Francisco, el Cónclave y la elección de León XIV.

¿Observo al Papa con ojos de fe como fundamento de la unidad de la Iglesia garantizado por Dios, o lo veo con simples criterios mundanos como si fuese sólo un líder político más?

¿Qué pasos puedo dar para fortalecer mi formación y mi conciencia de cara a mejorar en comunión eclesial?

¿Tengo criterios sólidos para discernir acerca de la información que recibo sobre la Iglesia o hago caso a lo primero que me llega?

¿Qué respondería yo a la pregunta que hace Jesús a sus apóstoles, y por qué?

 

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