Evangelio Seglar para la para el Domingo 3º de Cuaresma – (20 de marzo de 2022)

18 de marzo de 2022
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PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Lucas 13, 1-9

Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:

-«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»

Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?

Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas».

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

La cuaresma es un tiempo propicio para la conversión, para el cambio profundo de vida, para lanzarnos a desarrollar todo aquello que puede ser espacio de encuentro con Dios. Jesús nos previene de pensar que ya no necesitamos vivir estos procesos de transformación, de re-orientar radicalmente nuestra vida hacia Dios; sino que precisamente nos advierte que podemos perecer.
En nuestro imaginario cultural relacionamos casi automáticamente el verbo perecer con la muerte. No obstante, la RAE asigna varias acepciones y una de ellas me resulta especialmente aplicable al evangelio de este domingo: “Padecer una ruina espiritual, especialmente la extrema de la eterna condenación”.
Nadie se escapa del riesgo de padecer una ruina espiritual si no tiene su vida bien orientada hacia Dios, como esa higuera que no da fruto. Aprovechemos nosotros también este tiempo de cuaresma para podar nuestras ramas y hojas viejas con la penitencia y ahondar nuestras raíces escuchando La Palabra. Y dejar que el Señor nos remueva y abone con experiencias que a veces incluso pueden ser estiércol.
Escuché alguna vez, en alguna charla o catequesis, que la higuera es símbolo de Israel. Visto así el texto adquiere otro sentido y nos habla de la paciencia de nuestro viñador y del esfuerzo por recuperar lo que aparentemente ha perecido. Con esto podemos hacer una hermosa analogía con la Iglesia y el sínodo.
La Iglesia necesita también el tratamiento de su viñador, de Jesús, para permanecer viva ofreciendo sombra reconfortante y dando frutos. Y no hay que tener miedo de que con todo este proceso sinodal el Señor nos mueva un poco la tierra y nos obligue a cavar para renovarnos, para dar alimento fresco a nuestras raíces.
Una de las cosas más interesantes que trae consigo el sínodo es que nos va a permitir hacer una cata de nuestra salud eclesial y nos va a ayudar a darnos cuenta de aquello que sobra, que no da fruto. Este domingo pidámosle al Señor que nos dé valentía para podar las estructuras que ya no sirven y para alimentar los nuevos brotes e iniciativas que vienen a alimentar la vida de la Iglesia.

DESDE LA FAMILIA (Exhortacion posinodal “Amoris Laetitia”)
(mujer, casada, 3  hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Qué suerte es tener cerca a un buen viñador que sepa cuándo hay que regar, cuándo remover la tierra, cuándo abonar con estiércol, cuándo podar…Y que todas estas tareas las haga pacientemente, con constancia, con mimo, pero, sobre todo, con mucho amor.
Todos estos cuidados, aún llenos de cariño y de ternura, no siempre garantizan el fruto; y eso puede sumir a un viñador en la desesperanza  de no ver cumplida la promesa de su delicado trabajo.
En la familia, a veces, pasa algo parecido: la tarea de educar es muy laboriosa; requiere de mucho tiempo y esfuerzo, de paciencia infinita, de palabras y gestos llenos de ternura, de escucha atenta y entrega en lo pequeño. Pero, aun dándolo todo como padres, la sensación de que el fruto se hace esperar demasiado es constante; ¡queremos resultados ya!, y además, ¡¨buenos resultados¨!, y si no los tenemos, incluso llegamos a pensar que estamos fracasando.
Para Dios no existe el fracaso, Él nos ama como somos, con todo lo que somos; nos mira con ojos de enamorado y siempre nos cuida como se cuida al «primer amor»; cada cuidado es un gesto de misericordia, de perdón lleno de amor; una nueva oportunidad de seguir creyendo que Él nos sigue amando, aunque el fruto esperar.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús,
Tú, en el silencio habitado
entre tanto ruido y tanto miedo.
Señor Jesús, nuestra paz amorosa.
Tú, misterio de Vida.

Señor Jesús,
Tú, en la raíz de nuestro peregrinar,
entre tanto sobresalto y desconcierto.
Señor Jesús, nuestra paz cierta.
Tú, misterio de esperanza.

Señor Jesús,
Tú, energía de nuestras energías
entre tanto cansancio y hastío.
Señor Jesús, nuestra luz inagotable.
Tú, misterio de los dinamismos de la realidad.

Señor Jesús,
Tú, respuesta a nuestras preguntas esenciales
entre tanta mentira y tanta falsedad.
Señor Jesús, nuestra confianza.
Tú, misterio de permanente lealtad.

Señor Jesús,
Tú, mirada amorosa
sobre todo lo que nos pasa,
sobre todo lo que nos duele,
sobre todas nuestras mezquindades
personales y colectivas.
Señor Jesús, alimento constante
para nuestra desgastada espiritualidad,
para nuestra desgastada comunidad,
para nuestra desgastada Iglesia.
Tú, siempre sorprendente estímulo
del sí a la vida
del sí al cuidado de la vida,
del sí a estar al lado
de los tirados en las cunetas de la historia.

Señor Jesús,
estímulo,
impulso,
fuerza…

¿Cómo responder,
en estos convulsos tiempos
a tu llamada
a anunciar tu sí definitivo a la vida
a la humanidad
que anhela paz,
que desea fraternidad,
que busca justicia?

Señor Jesús,
viviente eminente entre los vivientes,
santo supremo entre los santos,
justo que justifica a todos los que abren su corazón
a tu ilimitado amor,
mejora nuestra fe,
incrementa nuestra esperanza,
danos audacia
para proclamar lo esencial:
la santidad a la que estamos llamados,
santidad que ya ha empezado,
santidad que irradia justicia
de pensamiento,
de palabra
y de obra.

Señor Jesús,
arraigados en Ti,
audaces contigo,
sabemos nuestro lugar en el mundo:
ser peregrinos
llenos de sentido,
llenos de significado,
llenos de sensibilidad
para el Reino,
tu Reino,
el Reino
que tiene destellos de presencia
en todos los que cuidan
la vida,
la fraternidad
y la humanidad.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Evangelio Seglar para la para el Domingo 3º de Cuaresma -  (20 de marzo de 2022)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

El Evangelio nos sigue suscitando caminos de conversión.
Posiblemente sentirás desánimo por aquello que quieres emprender para sanar tu corazón o el de alguien que tienes cerca y te cuesta porque no te ves capaz, o porque no sabes por dónde empezar, o por vergüenza o despecho, o vagancia… puede haber diferentes razones. Lo cierto es que sabes que quedarte como estás ahora no te hace bien.
Pues el Evangelio de este domingo nos anima a no desfallecer, a seguir levantándonos, a descansar en la misericordia de Dios, a sentirnos tocados y sanados por Él.
Tenemos a nuestro alcance una gran oportunidad para acercarnos más a Dios en nuestro caminar. Vive esta semana el sacramento del perdón para mejorar tu relación con Dios, con los hermanos y contigo. El Señor siempre espera. Ábrele la puerta. Reserva un hueco en tu agenda para preparar tu confesión…  y para hacerla.


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