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Evangelio Seglar para la para el Domingo 2º de Cuaresma - (13 de marzo de 2022)

Laiconet -

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Lucas 9, 28b-36

Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

El tiempo de cuaresma es un proceso de cambio, una invitación a dejarnos transformar desde dentro, y esto solo es posible mediante la vida de oración. Me llama la atención que el texto de este domingo remarca específicamente que Jesús subió a lo alto de la montaña a orar. No es que estuviera por allí y pensara “es un buen momento para rezar un rato” o “ya que estamos en este lugar tan bonito por qué no hacemos oración”...la relación de amor con Dios-Padre se profundiza y fortalece mediante la oración, el trato y la cercanía frecuente. Jesús conectaba con el Padre cada día, conscientemente, y desde ahí revelaba su identidad.
Ahora que tengo un bebé en casa reconozco que los momentos que más disfruto son esos de mimos tiernos y cosquillas divertidas. Y creo de corazón que en esos instantes mi peque y yo hacemos una oración que agrada a Dios. No es una oración mental, ni hay cantos o lecturas de por medio; pero hay un amor profundo, íntimo, puesto en acción mediante la contemplación mutua de dos que se quieren plenamente por el hecho de ser el uno con el otro. Me gusta pensar que en cierta manera esta es la experiencia de Jesús al orar.

Salvando las enormes diferencias, me vale esta analogía para entender mejor el evangelio de este domingo. La experiencia de la paternidad-maternidad, tantas veces puesta a un lado por la mística, es una de las grandes puertas que tenemos para conocer mejor a un Dios que es Abbá y vivenciar el Amor incondicional que siente por nosotros, por cada uno, que somos sus pequeños. Y esto es todo un reto para la sinodalidad porque -le pese a quien le pese- todos somos hijos por el Bautismo, con una misma dignidad dentro del Pueblo de Dios y nadie debe sentirse aparte en esta gran familia: ¿No es este uno de los mayores desafíos que tiene la Iglesia? ¿Hay alguien en nuestras comunidades que se siente “menos” hijo? ¿Hay espíritu de familia en nuestras opciones eclesiales?

Este domingo de cuaresma nos recuerda por un lado, que para permanecer en una relación intensa con Dios tenemos que escuchar activamente a su Hijo y mimar nuestra vida de oración personal. Pero también, indirectamente, nos señala que la transformación que se obra en nosotros debe ponerse “en marcha” (bajar de la montaña) para atraer a otros a ese mismo encuentro y caminar todos aquellos con quien compartimos esa misma experiencia nuclear.

DESDE LA FAMILIA (Exhortacion posinodal “Amoris Laetitia”)
(mujer, casada, 3  hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Desde el principio, en nuestra historia como matrimonio, hemos sido conscientes de que Dios nos escogió para llevarnos a la montaña, para disfrutar de su presencia, para orar junto a Él, y siempre lo hemos vivido como un inmenso don.
Pero a veces, las dificultades, el ritmo de vida, los quehaceres cotidianos, desfiguran nuestro rostro. La mirada sobre el otro cambia, y dejamos de verlo con los ojos de Dios. Esto nos ocurre más a menudo de lo que nos gustaría, y en muchas ocasiones nos cuesta buscar ese tiempo y ese espacio para limpiar nuestra mirada.
Pero volver a su presencia, subir a la montaña y estar con Él, transforma nuestro rostro de nuevo. Nos hace mirarnos con los ojos de Dios y dirigirlos a lo que Él quiere, a su voluntad; nos hace escuchar su Palabra y desear ponerla en práctica en nuestra vida.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús,
fascinante luz de luz,
misterio que nos sobrepasa,
misterio que nos acoge,
misterio que nos enamora…
aún vemos como en una niebla,
… niebla que revela pero que también vela…
Los que tenemos fe en ti
vivimos muchas veces
sobrecogidos,
entusiasmados,
llegando al límite
de lo que podemos
decir,
sentir,
desear…
ante tu presencia.

Alimenta mi deseo de santidad…
aún no soy capaz de entender todo lo que eso implica.
Ayúdame en mi deseo de comprender lo que supones en mi vida…
aún me da miedo no poder controlar lo que pasa.
Sorpréndeme en el silencio de mi corazón…
en medio de tanto y tanto ruido que nos tensa y nos descentra.
Taladra mis seguridades…
mis ideas,
mis verdades…
demasiado rígidas,
demasiado vanidosas,
demasiado egocéntricas
que me impiden hacerme cargo
de la transformación a la que estoy llamado,
… seguridades, ideas, verdades,
… idolillos, fetiches, chiringuitos marca de la casa
que me generan una sensación de bienestar espiritual y moral…
que me defienden de mis propias autojustificaciones
de mis propios autoengaños
de mis necias trampas
frente a ti…
… frente a ti,
que conoces tan bien el corazón de los hombres y de las mujeres.

Señor Jesús,
luz de luz,
misterio último de la realidad,
misterio de santidad por los siglos de los siglos…

Nadie queda excluido de tu llamada…
hazme tu mensajero.
Todos podemos subir a la montaña
para impregnarnos de la revelación…
hazme acompañante de los peregrinos.
Siempre invitas a colaborar en la salvación que ofreces…
hazme irradiar esta vida nueva allá por donde pase.

Señor Jesús,
luz de luz,
despiértame,
desinstálame…
monto castillos en el aire,
tengo argumentos que parecen jeroglíficos,
consumo quincallería religiosa llena de incienso…
… se diría que te uso como coartada a mis destellos narcisistas…

Señor Jesús,
reiníciame,
conviérteme,
renuévame
para que mi vida hable por sí misma
de tu vida nueva
fascinante
a la que todos estamos llamados
… con la que esperamos encontrarnos
en ese día que termine nuestro
ir dando tumbos por la vida.
Vida que asumiste,
que redimiste,
que glorificaste.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

"Maestro, qué bien se está aquí".

La lectura de hoy nos invita a subir a la montaña. Parece que hoy toca "coger impulso" para adentrarnos más en la Cuaresma con la oración. Y preguntarle al Señor: "Maestro, ¿dónde vives?" para escucharle decirnos "venid y veréis", e ir a ver dónde vive y quedarnos con Él ese día.
¿Seremos capaces esta semana de sacar uno o varios ratos de calidad para acercarnos a Jesús a través de nuestra oración? Contémplale si es posible en la Adoración o cerca del Sagrario, llénate de Su presencia, lejos del mundo y del ruido, reconfórtate con Su cercanía, enriquécete con Su luz. Pon al Señor en el lugar preferente de tu vida, y date cuenta de que estarás dedicándote a lo más importante que puedes hacer en ese momento. Tras esa vivencia, podrás bajar a tu Jerusalén habitual para vivir el Evangelio en medio de tus quehaceres cotidianos.
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