Evangelio Seglar para el Domingo Primero de Adviento (29 – novienmre – 2020)

27 de noviembre de 2020
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LECTIO DEL DOMINGO I
TIEMPO ADVIENTO- CICLO B

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Marcos 13, 33-37

Velad, pues no sabréis cuando vendrá el dueño de la casa.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

NOTAS BÍBLICAS
(por equipo coordinador, con asesoramiento de un biblista)

Comenzamos la lectura del evangelio de Marcos, propia del ciclo B de la liturgia.
Empezamos por uno de sus últimos capítulos, donde Jesús da uno de sus dos grandes discursos.
Les habla a sus apóstoles más íntimos, pero termina diciendo que este mensaje es para todos.
Su mensaje es claro, lo repite cuatro veces en cinco versículos: "Velad" (o vigilad). Es la actitud contraria a estar "durmiendo". Esta vigilancia se ha de mantener toda la noche (el evangelista señala las cuatro vigilias en que se dividía entonces la noche).
Jesús ilustra su enseñanza con una breve parábola de alguien que marcha y deja sus tareas en manos de otros. A su vuelta, cuyo momento se desconoce, espera ver a su gente trabajando en lo encomendado. Marcos se refiere así a la venida de Jesucristo al final de los tiempos.
No se conoce el momento de su venida. Marcos habla del "momento", traducción del griego "kairós" que se refiere al tiempo oportuno para algo, distinto del "cronos", el tiempo que controlamos con el reloj.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Cada año con el Adviento el Señor viene de nuevo a nuestro encuentro, para mi es más bien sacudir la inercia,  la pereza, la apatía, la pasividad que se nos va adhiriendo a nuestro ser  con la rutina del día a día, porque el Señor no se ha ido de nuestras vidas al menos no se ha ido de la mía aunque me acompañen días de letargo  o de somnolencia.

En mis comentarios al evangelio he hablado de algunas de las reflexiones que me acompañaron  en las largas noches de insomnio, otra de esas reflexiones  ha sido en cómo he gastado la vida, me vino muy bien hacerlo desde la utilización  del tiempo verbal. Mirando para atrás percibía que me he pasado gran parte de mi vida pensando en futuro: haré, formaré, organizaré, trabajaré… siempre con el futuro puesto en el horizonte. Otra parte lo hago en pretérito: he vivido, había pensado,  estuve… me doy cuenta de que estoy mayor porque hablo en pasado: vivía,  he hecho, quise…  añorando el pasado como algo que fue mejor. Me estaba saltando el presente, ¡que equivocación! Cuando lo importante es vivir  el momento presente, y eso había que arreglarlo. Así que mejor pensar nuestra vida poniendo en marcha el tiempo del verbo en presente,  el futuro no me preocupa y el pasado es ya el pasado. El Señor quiere encontrarnos vigilando, trabajando… no añorando el pasado ni planificando el futuro. No voy a perder  esta oportunidad esta vez la venida del Señor me encuentra despierta.

DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS (2008)
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)

Comienza el Tiempo de Adviento. Un tiempo de preparación, de estar atentos, de no bajar la guardia. “¡Velad!”.

Así como en los finales de los embarazos disponemos la ropa para el recién nacido, aquí debemos ir preparando nuestro ropaje interior. Esta semana, en casa, hemos ido arreglando nuestro calendario familiar de Adviento. Cada día de diciembre, hasta el 24, proponemos una buena acción entre todos, un pensamiento para el día, una lectura, una visita,…que nos vaya situando y llevando a intentar mejorar nuestro camino al Señor. A parte, de todo lo bueno que conlleva realizar una actividad en familia, de compartir, transmitir valores, enseñar, disfrutar. A ver qué tal nos va, porque sugerir es fácil y para cumplir hace falta algo más.

DESDE LA ESPERANZA
(matrimonio, trabajan ambos, 4 hijos, en proyecto de inserción de inmigrantes, pertenecen a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El Señor nos ha puesto en el camino a unos hermanos, que un día también dejaron su casa, para embarcarse en un viaje donde se jugaron muchas veces la vida persiguiendo un sueño. Vieron a la muerte rodearles y como en un juego de suerte, pasó de largo por sus dedos, no así por los de tantos compañeros.

Su vida tan lejos de nuestras rutinas aseguradas, tan programadas y tan cómodas nos desnuda para  volver los ojos a lo esencial del ser humano, lo importante, los pequeños tesoros de cada día, el encuentro con el hermano, el amor… Hoy se nos recuerda estar siempre alerta y parece casi irremediable que este planteamiento nos cause preocupación, o al menos la incertidumbre de tener que forzarnos a estar en guardia, como mínimo esforzándonos la mayoría de las veces de manera artificial. Pero cuando en nuestro horizonte se unen las líneas de lo auténtico con la satisfacción de ver en el rostro de los excluidos la felicidad de encontrar un camino digno, el esfuerzo por velar se convierte en algo natural, incluso necesario. Vivimos tiempos convulsos de coviadviento, nada nos separará de la satisfacción del Amor, de las posibilidades que se abren en nuestras vidas simplemente por estar alertas de forma natural, cuando lo de Amar al prójimo brota por sí solo, consigues sembrar adviento a tu alrededor y todo guarda sintonía con nuestro Padre del Cielo.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

¡Ven, Señor amoroso de todas las naciones!
¡Ven, Señor, fundamento de los deseos de paz y justicia entre los hombres y mujeres de bien!
¡Ven, Tú que nos llamas a cada uno por nuestro nombre!
¡Ven, Tú que nos enriqueces con toda clase de dones!
¡Ven, Tú que nos conoces y nos cuidas y deseas lo mejor para nosotros – ¡Cuánto nos cuesta entender esto! –
¡Ven, Tú que eres el fundamento de la vida de todo lo viviente!
¡Ven, Tú que eres la plenitud de la vida de todo viviente!
¡Ven, Tú que nos capacitas para reunirnos por vínculos que van más allá de las afinidades o las ideas!
¡Ven, Tú que nos iluminas para que demos lo mejor de sí en la convivencia con los demás!
¡Ven, Tú, a quien llamamos vida y amor!
¡Ven, Tú, a quien llamamos camino y verdad!
¡Ven, Tú, Pastor Eterno, de tu Iglesia peregrina, llena de santos y de pecadores!
¡Ven, Señor, que eres la Presencia de las promesas de toda la Historia de la Salvación!
¡Ven, Señor, que eres la respuesta a todos los anhelos tan humanos que habitan en nuestro corazón!
¡Ven, Señor, que eres la Salvación de toda la realidad!
¡Ven, Señor, Misterio de vida!
¡Ven, Señor, Fuente de vida!
¡Ven, Señor, Energía de todas las energías de la realidad!
¡Ven, Señor, Futuro Absoluto, tan fascinante para nuestros corazones!
¡Ven, Señor, Futuro Absoluto, tan misteriosos para nuestro entender y comprender!
¡Ven, Señor, Reconciliador de toda la realidad en una comunión sin fin!
¡Ven, Señor, que esperamos más luz!
¡Ven, Señor, que esperamos más energía!
¡Ven, Señor, que esperamos más consistencia!

¡Ven, Señor, danos valentía
para estar en vela,
para vivir abiertos a los síntomas de tus llamadas,
para ver los destellos de tu paso,
para ser seres-que-velan,
para ser seres-de-sed,
para ser-seres-de-esperanza.

¡Ven, Señor, invocamos tu nombre!

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 3 hijos, él trabajan, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Llegó el Adviento. Tiempo de Esperanza. Hace poco leí una frase que me impactó:

<<La santidad de las personas se mide en el "espesor" de su esperanza>> Es como un mantra que trato de repetir estos días, porque son muchos los motivos que nos pueden hacer caer en la desesperanza en este tiempo de pandemia: enfermedad o muerte de algún familiar cercano sin poder acompañarlo, secuelas en nuestras relaciones interpersonales por no poder convivir como antes, miedo a la enorme crisis económica que se nos avecina, a que muchos pierdan su trabajo, su proyecto vital…

Sin embargo, hay, para nosotros los cristianos, un pilar fundamental que nos sustenta, el Amor de Dios, la confianza en Alguien que jamás nos abandona. Eso es lo que nos da la mayor de las esperanzas. Constatando el paso amoroso del Señor por nuestra historia de salvación nos sale espontáneo el corresponder a ese Amor. ¿Dónde podemos amarlo? Lo veíamos muy bien el domingo pasado, "cuanto hicisteis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hicisteis".

La Palabra de Dios de este Domingo, nos invita a vigilar. La vigilancia está por encima del miedo, pues su causa es el amor a los que son importantes para nosotros.

Hace un mes, mi hijo contrajo el coronavirus, en su piso de estudiantes, afortunadamente ya está bien.  A nosotros no nos lo contagió por que tomó la decisión acertada de no vernos físicamente en una temporada, aún antes de contraerlo, porque yo era persona de riesgo. Siempre decía, quiero estar con vosotros, pero temo que me contagie y te lo pegue a ti.

Se ha criticado mucho a la gente joven y es injusto, hay algunos que no hacen caso, pero muchos otros, vigilan por el bien de los que más quieren.

Pues bien, este ejemplo "pandémico" me viene bien para trasladarlo a nuestra forma de poner en práctica la Palabra.

Vigilar, velar…Debe ser una vigilancia activa, no es un sentimiento, sino una intención, salgamos de ese miedo que nos atenaza, ése que, en vez de dejarnos en vela, nos amodorra. Tomemos distancia de nosotros mismos, para ver desde fuera los propios problemas con más objetividad, reconocer ese miedo para relativizarlo. Somos vulnerables, sí, pero trascendentes, podemos ir más allá, debemos asumir la responsabilidad individual de proteger y atender a los demás, porque se lo debemos a Dios. Vamos a trabajar junto a otros, crear redes de colaboración y darle valor a las que ya existen, unir más aún a las familias, las asociaciones, ONGs, parroquias…todos aquellos que busquen el bien común. Son los vínculos de comunidad, de solidaridad, de compartir, de aprecio, incluso de heroísmo, dar la vida para ayudar a otros, lo que ayuda a cambiar el corazón… Esta debe ser nuestra vigilancia activa libre de miedos.