Evangelio Seglar para el Domingo 5 de octubre de 2025

3 de octubre de 2025

PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Lucas 17, 5-10

¡Si tuvierais fe … !

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar.» Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: ‘Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»»

NOTAS BÍBLICAS

Jesús se dirige a sus discípulos con cuatro enseñanzas. Las dos primeras quedan fuera del texto litúrgico (17,1-4). La tercera trata sobre la fe. La cuarta sobre la humildad en el cumplimiento del deber. Esta última sólo viene en Lucas:

Los «Apóstoles» (los Doce para Lucas), piden al Señor que les aumente/robustezca la fe/confianza/fidelidad.

Jesús les responde que bastaría que su lealtad fuera ínfima (como el diminuto grano de mostaza) para que el poder de Dios actuara en ellos (pone un ejemplo estrambótico para llamar la atención: que un arbusto con tantas raíces como la morera -no tanto el sicómoro por el que se suele traducir-, se trasplantase al mar). Esta comparación viene también en Mateo, en Marcos y en Pablo, aunque ellos hablan de mover una montaña: «aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy» (1 Cor 13, 2)

A continuación, Jesús cuenta una parábola sobre un esclavo, que existía comúnmente en aquel tiempo, tanto en el país de Jesús como en el mundo greco-romano. Ninguno de los Apóstoles tenía una casa con esclavos, así que el evangelista se inspira en los ricos de su comunidad. El esclavo no podía reclamar ninguna recompensa ni agradecimiento por la realización de su deber.

Termina aplicando la parábola a la relación con Dios. Los creyentes han de cumplir lo mandado por Dios sin esperar nada por su servicio; simplemente es lo que tienen que hacer, son » a los que no se le debe nada» (es el significado -expresado en el mismo texto- de lo que suele traducir por «siervos inútiles», o «pobres siervos», o «simples siervos»). Jesús mismo se presenta como «siervo de Dios»

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA FAMILIA
(Hombre, casado, 3 hijos, pertenece a comunidad cristiana y Movimiento Laical)

Hoy leemos dos recomendaciones del Señor que siempre son necesarias en la vida familiar.

La fe, aunque sea “como un granito de mostaza”, para cuando la convivencia se hace cuesta arriba, la economía no funciona, las personas nos defraudan o la salud nos da un revés.

La humildad, “somos unos pobres siervos”. Es de ver que Jesús nos indica esta frase cuando hayamos “hecho lo mandado”. Si cuando vamos bien, hay que ser humilde, cuanto más cuando vamos regular o mal. Recordemos pues; cuando vamos a misa, a catequesis, recibimos los sacramentos o participamos de grupos, cofradías o comunidades, sólo “somos unos pobres siervos”.

DESDE LA EXPERIENCIA MISIONERA
(Mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad eclesial y movimiento seglar)

Ante este evangelio resuenan en mi cabeza 2 cosas: En algunos lugares de Latinoamérica al consagrar todo el pueblo pide al Señor en voz alta “aumenta mi fe y la fe de mis hermanos”. Está petición llevo haciéndola interiormente casi 20 años en cada eucaristía… Algunos años más llevo cantando y explicando el poder de la fe en un granito de mostaza… ¡Ay! Si me creyera capaz de mover montañas y curar enfermos. ¡Ay! Si entendiera que no soy yo, sino que la fe es don y que me conecta directamente con ese mandato misionero de Jesús de ir a hacer discípulos a cualquier lugar. ¡Ay! Si de verdad me creyera siervo inútil cumpliendo mi tarea, entonces probablemente movería las montañas y vencería el miedo y la tentación de creer que lo que hago es poco frente a las necesidades del mundo. Lo esencial no es el éxito, sino la fidelidad. Jesús nos recuerda que no es cuestión de grandes fuerzas, sino de confiar en Él. Una fe del tamaño de un granito de mostaza puede mover lo imposible, porque no se apoya en mí, sino en el poder de Dios.

La misión es dejar a Dios ser Dios, y yo, simplemente, ser siervo, un instrumento en sus manos. Y sentirse agradecido por tan magnífico don.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?
(Hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Hemos hecho lo que teníamos que hacer
Bienaventurados los que viven claramente día a día que el ser humano, todo ser humano, es imagen de Dios.
Bienaventurados los que son plenamente conscientes de que el misterio del hombre se aclara en el misterio de Cristo.
Bienaventurados los que defienden de palabra y de obra que la dignidad humana está por encima de cualquier otra instancia, sea la utilidad, sea el monetarismo, sea la ideología, sea el egoísmo.
Bienaventurados los que son misericordiosos y empáticos en medio de la selva de la ciudad en que vivimos.
Bienaventurados los que aportan en su vida cotidiana semillas para una sociedad más justa, más pacífica, más humana.
Bienaventurados los que buscan la verdad y el bien con su presencia, sus acciones, sus palabras y sus silencios.
Bienaventurados los que tienen sensibilidad ante la belleza, el arte, la delicadeza en medio de tanta vulgaridad impune que nos atosiga.
Bienaventurados los que saben silenciarse, los que saben interiorizarse, los que saben contemplar en medio de tanto ruido que nos aturde.
Bienaventurados los que buscan superar barreras étnicas, sociales… todas tan circunstanciales y superficiales.
Bienaventurados los que aportan esperanza lúcida en medio de la desesperanza y el nihilismo que nos corroen.
Bienaventurados los que hablan de paz y de justicia, los que actúan como seres pacíficos y justos en medio de tanto cinismo y barbarie que nos daña.
Bienaventurados los que intentan ser humildemente virtuosos en lo cotidiano en medio de tanta soberbia y prepotencia que nos maltrata la sensibilidad.
Bienaventurados los que buscan la participación, la cooperación y el diálogo ante tanta violencia de palabra y de obra que nos vulnera en lo mejor de los seres humanos.
Bienaventurados los que viven el verbo cuidar en todas las acepciones posibles.
Bienaventurados los que cultivan su interioridad en medio de tanto ruidos, de tantas estridencias, de tantas emocionalidades.
Bienaventurados los que realizan la hospitalidad en medio de tantas fobias, de tantos rechazos, de tantas barreras mentales y emocionales.
Bienaventurados los que escuchan con paciencia a las personas.
Bienaventurados los que se focalizan en el reino, en los detalles del reino, en las semillas del reino que siembran los que son como niños.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

Fano 20251005

¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?
(Hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Dos enseñanzas nos revelan estas dos parábolas:

· La del grano de mostaza:

Cuando hablamos de fe, no se trata de hablar de cantidad, sino de calidad. Deberíamos prescindir un tanto de la carga emocional o sentimental y centrarnos más bien en el grado de confianza que tenemos en Dios. Personas que se centran mucho más en ser «capillitas», cercanos a las sacristías, a las imágenes, al trajín de la iglesia, a muchas reuniones… a veces se cumple el dicho de que la confianza, da asco, como el mal sacristán, no llega a valorarse y respetarse lo que en realidad lo merece.

La verdadera fe, aunque parezca insignificante, mueve montañas. Todos hemos visto personas que no se alteran por nada, ponen su confianza en Dios, esperan su providencia, sienten que todo lo que pasa es por algo, y siempre por su bien. Eso es una persona con fe.

Digamos al Señor, con frecuencia: «Señor, yo creo, pero aumenta mi fe». La fe se cultiva con la oración y eso hace que crezca y que sepamos cada vez más descubrir la presencia de Dios en las cosas que nos pasan habitualmente, en el día a día. Y, como hace dos fines de semana decíamos, quien es fiel en lo poco, lo será en lo mucho.

· La del pobre siervo:

Esta parábola introduce una perspectiva complementaria sobre nuestra relación con Dios. Después de las tareas del campo, el siervo debe aún preparar la cena y servir al amo antes de satisfacer sus propias necesidades. Esta enseñanza no presenta a Dios como un tirano despiadado, sino que ilustra la naturaleza del verdadero servicio cristiano.

La humildad profunda, que no busca reconocimiento, es la actitud que nos libera del orgullo espiritual y de la desconfianza paralizante. Pensemos en todo aquello que nosotros hemos recibido de otros, sobre todo en lo referente al crecimiento en nuestra fe, lo importante que ha sido ésta en la forma de afrontar las distintas vicisitudes de nuestra vida, démonos cuenta de la falta de fe en este mundo que prescinde de Dios y el vacío existencial que eso provoca, y demos un paso al frente en poner nuestro granito de arena en la construcción del Reino y poner la semilla de la fe allá por donde nos movamos.

Es por tanto, un equilibrio necesario la enseñanza de estas dos parábolas, una fe verdadera que confía en que todo lo permite el Señor para nuestro bien y esa humildad que nos hace sentirnos pobres siervos para contribuir a la construcción del Reino (empieza el curso, se necesitan catequistas, acompañantes espirituales, gente que lleve la pastoral juvenil, de matrimonios…Todos somos llamados a hacer, sencillamente aquello que debemos hacer, por llamarnos cristianos).


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