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Evangelio Seglar para el Domingo 4º de Cuaresma (15 de marzo de 2020)

Laiconet -

LECTIO DEL DOMINGO IV TIEMPO DE CUARESMA - CICLO A

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Juan 9,1-41

Fue, se lavó, y volvió con vista

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. [Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo." Dicho esto,] escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado." Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "El mismo." Otros decían: "No es él, pero se le parece." Él respondía: "Soy yo." [Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?" Él contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver." Le preguntaron: "¿Dónde está él?" Contestó: "No sé."] Llevaron ante los fariseos al que había sido  ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo." Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado." Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?" Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta." [Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?" Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse." Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él." Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador." Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo." Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?" Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?" Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene." Replicó él: "Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos.. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder."] Le replicaron: "Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?" Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús les dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es." Él dijo: "Creo, señor." Y se postró ante él. [Jesús añadió: "Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos." Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?" Jesús les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste."]
 
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
 
DESDE LA RELIGIOSIDAD POPULAR
(hombre, casado, trabaja, dos hijos, cofrade y hermano de varias hermandades de penitencia)

El Evangelio de hoy me invita a ver la dificultad como una oportunidad para que Dios actúe en nuestra vida, al igual que actuó en la vida del ciego del Evangelio.
Los cofrades, como todos, estamos viviendo momentos de dificultad, en el que nuestras ilusiones, esperanzas y motivaciones, pudieran parecer que desaparecen…las túnicas quedaran colgadas en los armarios, y las medallas de nuestras cofradías permanecerán también confinadas en el cabecero de nuestra cama …Todo ha cambiado…salvo la presencia de Dios.
El Señor sigue a nuestro lado, al igual que su Bendita Madre, (Ella es Nuestra Esperanza) limpiándonos la mirada, fijándonos en lo verdaderamente importante, viendo al otro como un hermano y curándonos la ceguera que a veces hemos podido tener, es ahora, en la dificultad, cuando, si estamos atentos, dejaremos que Dios nos preste sus ojos, para tener una mirada limpia.
Hoy, la palabra Hermandad tiene que dotar de significado más que nunca a nuestras cofradías, tenemos que estar unidos, apoyándonos, siendo familia con el consuelo de que nuestros sagrados titulares están a nuestro lado.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El evangelio me lleva a preguntarme en que estado me hallo delante del Señor. A reflexionar sobre cuáles son nuestras cegueras. Cuáles son mis cegueras
En estos días, en donde estamos viviendo la peor crisis sanitaria de nuestra historia reciente, producida por el Covid-19 me llama la atención el comportamiento de algunas personas que a pesar de las advertencias siguen realizando una vida normal. «Yo no he cambiado en nada mis hábitos rutinarios por el coronavirus», explicaba una de las entrevistadas en una cadena de TV. O robando mascarillas. O saliendo a tomar el sol en la playa como si de vacaciones se tratara. Tienen una ceguera de ego que no les permite ver a los otros. El egoísmo, la inconsciencia, la insolidaridad la irresponsabilidad, son cegueras que nos impiden ver la realidad, que nos impiden ver al hermano. ¿Qué nos pasa? ¿Estamos ciegos? Ya lo dice el refrán, que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Menos mal que son los menos porque frente a estos, estamos viendo a personas comprometidas, responsables, altruista, que sacan lo mejor de sí y que aportan una gran creatividad para hacer frente a esta situación especial que nos toca vivir.
Recobramos la vista cuando nos volvemos prudentes y responsables. Cuando en nuestro camino no dejamos detrás al hermano. Cuando nuestra prioridad no se cierra en el “yo”, sino en el “nosotros”. Es tiempo de olvidar nuestros propios planes pensando en el bien común. un buen momento para que mostremos cordura, también paz y esperanza, reconociendo que nuestra vida no depende de nuestras apetencias, ni de la entrada de algún microorganismo en nuestro cuerpo. Depende de Dios que determina el comienzo y el final de nuestra vida. Él conduce el hilo de la historia, no se le escapa nada.
Señor cúrame de mis cegueras. Que ningún virus me haga permanecer ciego frente al hermano. Se mi luz para caminar en estos momentos difíciles

DESDE LA CUARESMA EN LA VIDA ORDINARIA
(hombre, soltero, trabaja en país extranjero, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar en su tierra natal)

Se me hace inevitable llevar la lectura del evangelista Juan a la realidad que vive el mundo. Y me resuenan las palabras de Jesús al comienzo del texto: 'Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas'. Tiempo de oscuridad, encerrados en casa, sin saber qué va a pasar, sin poder hacer nada.
Invita Jesús al ciego a lavarse. Nos están invitando desde todos los medios, sanitarios y gubernamentales, a lavarnos continuamente.
Y al igual que los incrédulos testigos de la curación, que se niegan a ver la acción de Dios en aquel milagro, me cuesta a mi ver la mano de Dios en la crisis que estamos viviendo. Jesús me responde al final del texto del Evangelio: "Para un juicio he venido ya a este mundo; para los que no ven, vean, y los que ven, queden ciegos". Y ciertamente me cuesta ver y entender todo esto que está pasando.
Pero quizás, si gano en presencia y en consciencia, me de cuenta de la necesidad de parar(me). Estos días he podido hablar con mi familia y con mis amigos más de lo que lo he hecho en los últimos años, y entiendo que no sólo me está pasando a mi. Dedicarles tiempo de calidad, también a Dios y a la oración. A las 12:00 uniéndome a mi comunidad parroquial en las que suenan las campanas, y a mi diócesis, me paro ante Dios, y ante María, y rezo el Ángelus, sintiéndome parte de la gran comunidad Iglesia. Y con mi comunidad, de la que estoy lejos físicamente, he podido estar más cerca, con videollamada, para compartir la reunión semanal.
Sólo dejándome limpiar por Jesús, seré capaz de VER realidades que antes no veía, estando cegado por mi trabajo y mis preocupaciones. Y viendo, comienzo a descubrir cómo ante la adversidad, somos capaces de comportarnos de otra manera. Soy capaz de ver la acción de Dios en lo que me (nos) pasa.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Cristo Jesús,
Alegría de nuestras alegrías,
luz de luz,
Vida de nuestra vida.
Cristo Jesús,
tu luz nos hace ver la luz,
pero muchas veces, es tan difícil
la cantar el canto del Evangelio.
¡Nos cegamos a nosotros mismos,
nos autoengañamos complacientemente,
nos creemos poderosos
según los criterios
de esta cultura
tan injusta
y con tantas tendencias
tan contrarias a la vida!
¡Nos reímos,
satisfechos,
de todo y de todos
aunque estemos
al borde del abismo!
Cristo Jesús,
te compadeces de nuestras cegueras,
tan egoístas,
tan humanas,
tan de corazón de piedra.
Cristo Jesús,
nos haces ver que no sabemos realmente dónde vamos,
nosotros, que nos creemos
tan fuertes,
tan listos,
tan autónomos.
Cristo Jesús,
iluminas a todos los hombres,
especialmente a través
de la santidad
diaria,
callejera,
solidaria
de los que en ti creemos.
Cristo Jesús,
nos revelas la fuerza de  la salvación
a través de la sencillez,
de la autenticidad,
de la súplica que surge
de lo más hondo de nuestro ser.
Cristo Jesús,
entrevemos los fulgores
de tu Vida Nueva,
pero nos da tanto miedo
reconocerte,
de verdad
como Señor de nuestra vida
y de la Historia.
Cristo Jesús,
sabemos que no habrá noche
al final de los tiempos:
Tú nos alumbrarás
con tu presencia vivificante,
amor sobre todo amor,
vida sobre toda vida,
santidad de santidades.
¡Auméntanos la fe
que angosta es
la casa de nuestro corazón!

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 2 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Seguimos en tiempo de Cuaresma y desde ella estamos llamados a la conversión, a un crecimiento personal, a un cambio…Es este un buen momento para dirigir nuestra acción a hacernos conscientes de las cegueras que nos dificultan ver el horizonte, percibir en profundidad, observar…vivir en plenitud: la ceguera de la indiferencia, de la seguridad, del orgullo, del derroche, del bloqueo o estancamiento, de la falta de confianza o fe, del miedo, de la mentira, del abuso de poder o del mal uso del mismo, de la mediocridad…Son estas y otras cegueras los que nos dificultan vivir por, para y desde el Evangelio.
En estos días de confinamiento, aislamiento, retiro forzado, que nuestra principal acción vaya destinada a dedicar más tiempo a la oración (personal, compartida con la familia,…), a la meditación, a la lectura espiritual…. A todo aquello que esponje nuestra alma, la libere y la fortalezca. Actuemos además con más esmero como Jesús lo haría en nuestro lugar, con lo que tenemos cerca. Seamos luz, paz, esperanza….
Creo Señor y se postró ante Él.

    
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