Evangelio seglar para el Domingo 29 del Tiempo Ordinario (22 de cotubre de 2023)

20 de octubre de 2023
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PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Mateo 22,15-21

Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?" Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto." Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA EXPERIENCIA MISIONERA

(Hombre, casado, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El dinero, la riqueza y el estatus que otorgan es una de las esclavitudes de las que viene a liberarnos Jesús. "Liberar a los oprimidos".

Una liberación necesaria para la misión itinerante a la que Jesús nos invita. No atarnos a los bienes materiales, sino buscar el Reino de Dios y su justicia, salir a las fronteras, acercarnos al diferente. Para acercarnos a las fronteras no podemos estar anclados en nuestro lugar de referencia "material". Tenemos que liberarnos como hizo Claret: Dinero nunca llevaba, ni quería. Un día tuve una alarma. Me metí la mano en el zurrón del chaleco y me creí hallar una moneda. Me espanté, la saqué, la miré y con grande consuelo vi que no era moneda, sino una medalla que mucho tiempo antes me habían dado. Volví de la muerte a la vida. Tan grande era el horror que tenía al dinero.

DESDE LA VIDA UNIVERSITARIA

(Hombre, soltero, pertenece a comunidad eclesial)

Entrar en la universidad supuso un cambio bastante drástico en mi vida. Venía del instituto, de un ambiente que conocía bien, en el que me encontraba cómodo. Al llegar a la universidad, donde todo es nuevo, me inundaron las presiones: por sacar buenas notas, por entregar las tareas a tiempo, por encajar con mis compañeros de clase… Con el paso de los meses, empecé a darle cada vez más importancia y dedicar más tiempo a la universidad. Y cuando quedaba con mis amigos, cuando pasaba tiempo con mi familia, cuando iba a misa, estaba pensando en los exámenes que tenía pendientes y las cosas que debía preparar para el día siguiente. Con el tiempo, me fui dando cuenta de que estaba dejando que mis estudios influyeran tanto en mí que estaba empezando poco a poco a descuidar mi vida de fe.

En este pasaje del Evangelio, el Señor me recuerda que debo esforzarme por aclarar mis prioridades y, sobre todo, saber identificar qué momentos requieren de toda mi atención y qué otros aspectos me impiden centrarme en lo verdaderamente fundamental. Hay veces en las que se hace difícil dejar a un lado las distracciones, pero es necesario insistir e intentar cuidar los momentos que dedicamos a Dios. Al fin y al cabo, las ocupaciones diarias son una parte importante de nuestra vida, pero Dios lo es todavía más.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

… el camino de Dios…

Cristo Jesús, luz de los pueblos.
Ilumina en profundidad
las mentes y los corazones
de los gobernantes de las naciones
para que descubran
los caminos de paz y de fraternidad
allí donde más se necesita,
allí donde hay sufrimiento evitable,
allí donde los más frágiles tienen miedo
… ese miedo de siglos, maligno,
del que tanto saben
los más débiles y maltratados de la historia.

Cristo Jesús, luz de los pueblos.
Alimenta el deseo de paz de la humanidad
con tu presencia que irradia
santidad y justicia,
esa santidad y justicia
que lleva a la paz de Dios
que es la paz que habita
en el corazón de los mejores
de los seres humanos,
esos que viven día a día
irradiando fraternidad
con sus palabras,
con sus gestos,
con si mera presencia…
Cristo Jesús, luz de los pueblos.
Danos coraje para ser y actuar día a día
como artesanos de tu Reino,
un Reino de vida,
un Reino de cuidados de toda vida,
un Reino en el que todos
los seres humanos desearíamos vivir
porque se garantiza la dignidad de todos
y se potencia lo mejor de cada persona
en una comunión que sana
todas las heridas del mundo.

Cristo Jesús, luz de los pueblos.
Danos paz.
Danos tu paz.
Haznos instrumentos de tu paz
porque deseamos dar a la humanidad
lo que se merece,
una paz que surge de la santidad y de la justicia…

Señor Jesús, luz de los pueblos.
Haznos sembradores de paz
porque deseamos dar a los gobernantes lo que se merecen,
el estímulo y la profecía de paz y justicia que la humanidad se merece…

Señor Jesús, luz de los pueblos.
Haznos sembradores de paz
porque deseamos darte, Señor Jesús,
los frutos de tantos y tantos dones
que nos has dado y que nos das…
dones que se han convertido
en la tarea de nuestra vida:
humanizar cada vez más la humanidad.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.


ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Con respecto a las monedas acuñadas por la sociedad: No es concebible una fe que huye del mundo, sino la que resiste en el mundo y ama y permanece fiel a la tierra. Como le pasó a Jesús, vamos a tener gente a nuestro lado que nos va a querer poner a prueba, con malicia e inquina, pero no debemos asustarnos, debemos pedir fuerzas al Espíritu Santo para contestar y actuar buscando sin cesar caminos de fraternidad, incluso aunque tengamos que nadar contracorriente, a costa de que nos llamen raritos o beatos. Esto no significa escabullirse de nuestra responsabilidad para con la sociedad, claro que no, sino trabajar y ofrecernos para el bien común. Son necesarias las personas de fe inmersas en partidos políticos, en cargos de la Administración, en la educación, en la sanidad, en los sindicatos…La fidelidad a esta moneda debe estar en su justo lugar, a veces nos encontramos dilemas que nos tientan a buscar una salida fácil, movidos por la búsqueda de la fama, el éxito, la riqueza y el poder. ¡Ojo con ello, hay que saber cortar a tiempo!

Con respecto a las monedas acuñadas por el Señor. Así como en la moneda romana estaba impresa la imagen del emperador, en cada persona humana está impresa la imagen de Dios. Jesús tiene clara la prioridad: amar significó cumplir la voluntad del Padre, poniendo a su disposición mente, corazón, energías y hasta la propia vida. A nosotros también nos pide lo mismo: amar sin medias tintas, con radicalidad, porque a Dios no se le puede dar menos que el todo. La fidelidad a esta moneda debe ser inquebrantable y sólida como la roca.

Mención especial a los misioneros: este domingo se celebra el día del Domund, en el marco del Octubre misionero que nos propone como siempre la Iglesia. Son cristianos ejemplares, no son como aquellos cristianos que se atreven a estar en la tierra con un solo pie, así estarán en el cielo también con un solo pie. Los misioneros están fuertemente comprometidos con la sociedad, con el bien común, intentando alcanzar la dignidad de ser hijos de Dios para los que hay a su lado, predicando con el ejemplo, mucho antes que con la palabra misma, desviviéndose por encontrar una financiación para un hospital, una escuela, un pozo…cosas que para nosotros pueden parecer pequeñas, pero que en un país subdesarrollado, puede devolver la dignidad a mujeres y hombres que de otra manera estarían abocados a la prostitución, a la emigración casi suicida o a la extorsión y el crimen. Recemos por ellos este domingo especialmente para que sean fieles a la única moneda que merece una fidelidad absoluta, aquella que lleva impresa la imagen de Dios en los hermanos.

 


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