PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Mateo 11,2-11
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.» Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»
NOTAS BÍBLICAS
Adelantamos diez capítulos respecto al domingo anterior aunque continuamos con el mismo protagonista, figura propia del Adviento, Juan el Bautista
Encarcelado por el tetrarca Herodes Antipas, manda preguntar a Jesús si él es quien tenía que venir. Después de haberle reconocido como Mesías cuando vino a ser bautizado por él, parece que Jesús no está respondiendo a las expectativas de Juan, que esperaba un mesías justiciero (ver domingo anterior), y desea que el mismo Jesús le ayude a discernir.
Jesús enumera las acciones realizadas por él en los capítulos 8-9, que se corresponden a las anunciadas por Isaías sobre el futuro mesías.
En la segunda parte, Jesús habla con las multitudes sobre Juan, preguntándoles qué fueron a ver al desierto de Judá, donde él predicaba. Pregunta si fueron a ver a alguien vestido con lujo, en contraste con la descripción de su vestimenta -parecida a la del profeta Elías- hecha el domingo anterior. El mismo Jesús contesta que tales visten en palacios reales no en el desierto, refiriéndose así, al menos, a Herodes Antipas, con quien Juan se enfrentó y que le mantiene encarcelado. En el mismo sentido puede ir la pregunta de si fueron a ver una caña agitada por el viento, ya que la caña era el símbolo de Herodes en monedas acuñadas por él, y con su predicación Juan agitaba la figura del rey. Jesús le cualifica en la mejor tradición profética, como el que cumple lo escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti. Esta frase no se encuentra en la Biblia tal cual, sino que funde en una el anuncio de Éxodo 23,20 (el ángel que irá delante del pueblo a la tierra prometida), y Malaquías 3,1 (el mensajero que prepara el camino).
La última frase se puede interpretar de formas diversas: el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. ¿Se refiere a que Juan pertenece a un estadio anterior al reino y por ello él es el más pequeño de éste? ¿Se refiere a que Jesús es el más pequeño, pues realiza en sí aquello de que «el que se haga pequeño es el mayor» (18,4), y por eso es más grande que Juan?
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA ESPERANZA
(Hombre, casado, 3 hijos, pertenece a comunidad cristiana y Movimiento Laical)
“Viendo y oyendo”
Hoy es de los días en que hay que agradecer al Señor su meridiana claridad en la enseñanza.
El Reino de Dios se ve y se oye ¿Dónde? En que los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, etc. Se trata de una enumeración que ya de por sí aviva nuestra Esperanza. Nos recuerda a la frase de S. Ireneo, “la gloria de Dios es que el hombre viva”.
¿A qué nos solemos referir cuando decimos, “ya hay señales de Navidad por las calles”? ¿Tiene mucho que ver con la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan?
Y lo más importante ¿Qué debo transformar en mi vida para que todos vean y oigan ese Reino?
desde LA VIVENCIA DEL ADVIENTO CON NIÑOS
(Matrimonio, 2 hijos, pertenecen a comunidad eclesial y movimiento laical)
¿Podrán nuestros hijos encontrar al Señor en nosotros, en sus padres? Pero también, dándole la vuelta a la pregunta…¿Somos capaces de ver al Señor en nuestros hijos y en nuestra pareja? Y yendo un poco más allá con la dichosa preguntita: ¿Verán al Señor en nuestra familia quienes nos ven desde fuera? ¿O tendrán que esperar a otros?
Se trata de una pregunta que puede ser ciertamente incómoda, y que podemos responder al modo de Jesús, de una manera sumamente práctica, y alejada de : depende de lo que veamos y de lo que oigamos, de lo que mostremos y de lo que digamos.
¿Es nuestra familia un lugar en el que hay signos visibles, reales, tangibles de la presencia de Dios? ¿Ven los ciegos, andan los cojos, oyen los sordos y resucitan los muertos? O dicho con otras palabras: ¿Cuidamos de la debilidad? ¿Perdonamos el error? ¿Nos relacionamos desde la paciencia? ¿Aprendemos unos de otros?
En la respuesta a estas preguntas, y no en palabras vacías, nos jugamos que nuestra familia sea un lugar de encuentro con el Señor, o simplemente un lugar donde “esperar a otro”.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(Hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)
Bienaventurado el que no se escandalice de mí
Bienaventurado el que abre su corazón al amor sobre todo amor de Cristo.
Bienaventurado el que acepta que Cristo es el camino, la verdad y la vida.
Bienaventurado el que alienta a los demás a reconocer que Cristo es el Salvador.
Bienaventurado el que atestigua con su vida diaria que Cristo es el Señor.
Bienaventurado el que busca mi rostro, dice el Señor a todos los cristianos de todas las culturas.
Bienaventurado el que busca la luz de Cristo cuando las ruinas biográficas se amontonan aviesamente.
Bienaventurado el que comunica con serena confianza la verdad de las verdades de su vida: Cristo.
Bienaventurado el que confía en que Cristo llevará razón al final de los tiempos.
Bienaventurado el que confiesa el nombre sobre todo nombre, Cristo.
Bienaventurado el que cree a fondo perdido en que Cristo es la salvación misericordiosa de Dios.
Bienaventurado el que da razón de su fe con lo mejor de su mente, de sus manos y de su corazón.
Bienaventurado el que declara su fe en Cristo en la vida cotidiana, fácilmente, con alegría.
Bienaventurado el que descansa de la aspereza de vivir en el corazón siempre amable de Cristo.
Bienaventurado el que descubre su corazón alegre al vivir orientado a Cristo.
Bienaventurado el que desvela el misterio de los tiempos que se muestra en Cristo.
Bienaventurado el que evangeliza hablando de su experiencia de Cristo.
Bienaventurado el que espera contra toda esperanza en que Cristo llevará razón al final de los finales.
Bienaventurado el que expresa su enraizamiento en Cristo cuando la vida se pone áspera y dura.
Bienaventurado el que genera ambientes de donde la libertad de Cristo florece.
Bienaventurado el que glorifica a Cristo de pensamiento, palabra y obra.
Bienaventurado el que habla con el corazón del amor de Cristo a la humanidad doliente.
Bienaventurado el que ilumina la dureza del corazón humano con las palabras de Cristo.
Bienaventurado el que invoca el nombre de Cristo en las duras y en las maduras.
Bienaventurado el que irradia el amor de Cristo con su ternura cotidiana.
Bienaventurado el que lleva en su corazón las huellas de Cristo.
Bienaventurado el que manifiesta su profunda fe en Cristo a pesar de lo humano demasiado humano.
Bienaventurado el que musita en su dolor más profundo a Cristo salvador.
Bienaventurado el que nombra a Cristo como Señor de su corazón.
Bienaventurado el que tiene a Cristo como su verdad más verdadera.
Bienaventurado el que profesa su fe en Cristo con la libertad de los hijos de Dios.
Bienaventurado el que recibe a Cristo con los brazos abiertos.
Bienaventurado el que reconforta a los dolientes con la fuerza de Cristo.
Bienaventurado el que respira nombrando a Cristo.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(Hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar). Comentario de 2023.
HAZ MILAGROS
Esta semana la propuesta para llevar a la práctica el Evangelio del Domingo puede ser un bonito desafío: convertirte en alguien que haga milagros. Ea. Sin más.
Posiblemente, de primeras te saldrá una sonrisita o un gesto despreciativo. Cómo vas a hacer milagros.
Sin embargo, todo en la vida es milagro -es parte de nuestra concepción creyente de la existencia- y, por lo tanto, tú puedes ser colaborador/a de ello. Entre otras cosas porque por «milagro» no entendemos solo actuaciones «extraordinarias» o «sobrenaturales» obradas por Dios, sino que son todos aquellos sucesos, acontecimientos, vivencias en los que una persona descubre la mano de Dios providente. Y eso, puede ser muy cotidiano.
En esa dirección, te propongo que obres milagros de uno de estos dos tipos:
– Milagro «tipo A» – elige en torno tuyo a una persona o circunstancia en la que, siguiendo la lectura de Mateo, puedas identificar que hay «ceguera», «sordera», discapacidad, muerte, enfermedad, pobreza… Y toma una decisión muy concreta para revertirla parcial o totalmente.
– Milagro «tipo B» – que quizá sea hasta el más importante. Conviértete en un «milagro con patas». Igual que Juan Bautista se convirtió para la gente de su tiempo en un signo de la llegada del Reino de Dios, expresado incluso en su estilo de vida que explicitaba la suprema soberanía del Señor sobre cualquier otra cosa, piensa en algo que debería «convertirse/transformarse» de una vez por todas en ti, para que tú también trasluzcas que Dios es tu máxima fuerza y horizonte.
Feliz semana de milagros.
Si quieres recibir el Evangelio Seglar cada semana, pincha aquí.
http://evangelioseglar.laiconet.es
https://evangelio-seglar.d2n2.org
https://www.ciudadredonda.org/subseccion/evangelio-seglar





