Evangelio Seglar para el domingo 13 del Tiempo Ordinario (28 de junio de 2020)

26 de junio de 2020
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LECTIO DEL DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO- CICLO A

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 37-42

El que no coge su cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros me recibe a mí

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA ESPERANZA DE LA VIDA
(mujer, soltera, trabaja, médico, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical )

De momento este evangelio parece algo muy radical, muy duro, muy desconcertante, pero en realidad es algo que he experimentado en mi vida, si no pongo a Dios en el centro, como lo realmente importante y único, pierdo el tiempo, la vida, la salud y todo. Muchas veces he puesto la profesión de medicina como lo primero y pensando encontrar mi realización, mi perfección, sólo he encontrado disgustos, falta de reconocimiento, desilusión. No estaba la vida en conseguir la tesis, no estaba la vida en conseguir ser la que más cursos y máster tiene.  Porque era para MI vanagloria, no para gloria de Dios. Me encontraba vacía con esos objetivos. Mientras que cuando he puesto a Dios al centro de la profesión, todo encaja, pasa a ser una misión, no un trabajo que conseguir metas que no me llenan. En esa misión en el trabajo me siento feliz simplemente poder hacerla, sin necesitar reconocimiento, sin exigencias, con amor y gratitud a Dios que me regala el discernimiento en los diagnósticos, en los tratamientos, en las palabras de consuelo, en las palabras de aliento y de esperanza a los pacientes que haya que darles malas noticias, como un don, un regalo que me concede el Señor para dárselo a los pacientes. Realmente me llena, me da plenitud y sentido a mi vida.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El Señor me pide optar por Él, pero no me está haciendo la prueba del algodón. Lo que me está pidiendo el Señor no es medir si lo quiero a él más que a los demás, como hacen mis nietos algunas veces cuando me preguntan “¿y tú a quien quieres más a mi o a …?”. En mi vida el Señor tiene su espacio especial y único, de la misma manera que cada uno de los miembros de mi familia o mis amigos tienen su espacio único, ninguno se superpone, ninguno es mejor que el otro, ellos me llevan a Dios a la vez que cada uno trae un poquito de Dios a mi vida.
¡Tantas veces tenemos que elegir a lo largo de la vida! y elegir es optar, y optar conlleva renunciar a algunas cosas frente a otras. Lo que me pide es que renuncie a todas esas personas o cosas que me separan de su amor.  Me pide que supere los límites que conforma mi familia para abrirme a los demás. Me pide no vivir centrada en mí y que le tienda la mano al prójimo. Me pide que no me acomode en mis seguridades mientras haya otros privados de los más mínimos derechos. Me pide que viva cada día con lo bueno y lo malo que se me presente de la mejor manera posible. Todo eso es lo que me pide y para hacerlo necesito esfuerzo, empatía, perseverancia, generosidad, sacrificio, bondad, nobleza, en eso es donde tengo que poner el acento, y progresar cada día.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús, tú eres la razón de nuestra fe.
Nos llamas para vivir en camino,
libres,
audaces.
Nos llamas para ser testigos,
auténticos,
humildes.
Nos llamas para evangelizar,
alegres,
fraternales

Señor Jesús, tú eres la razón de nuestra esperanza.
Nos llamas para ser instrumentos de tu reino,
eficaces,
humanos.
Nos llamas para cooperar con el inmenso potencial del despliegue de la vida,
cuidadosos,
compasivos.
Nos llamas para sembrar esperanza comprometida en nuestro día a día,
serenos,
solidarios.

Señor Jesús, tú eres la razón de nuestro amor.
Nos llamas para ser amigos de todos.
Nos llamas para ser hermanos de todos.
Nos llamas para ser servidores de todos.

Señor Jesús, tú eres la razón de nuestro compromiso.
Nos llamas a la libertad,
a romper con lo que haya que romper
para que todos tengan vida y vida en abundancia.
Nos llamas a la audacia,
para superar todos nuestros miedos,
nuestras pequeñeces,
nuestras justificaciones.
Nos llamas a salir de nuestros recintos intimistas,
cómodos,
reglamentados.

Lánzanos a tu Espíritu.
Impúlsanos a compromisos más fuertes.
Potencia nuestro sentido concreto del compromiso.
Abre nuestros ojos a las necesidades concretas de quienes rodean.

Sabemos que encontraremos la vida que sobrepasa la vida.
Sabemos que encontraremos la comunión sobre toda comunión.
Sabemos que beberemos las aguas de la justicia tuya,
justicia que es un amor sobre todo amor.

Señor, tú calmas nuestra sed.
Señor, tú nos das de beber.
Señor, tú nos sacias con tu presencia,
con tu santidad,
con tu misericordia.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, ambos trabajan 5 hijos, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

El que no coge su cruz no es digno de mí.
Qué gracia más grande es sentir que Dios es tu Padre, sentirte acogida y protegido por Él.
Cuando vives así, cuando sabes que Dios es el centro de tu vida, desde esa certeza eres capaz de acoger lo que venga. Y de encontrar lo bueno que tenga.
¿Nos apuntamos esta semana a revivir esa verdad? ¿a encontrar en las espinas la flor, o ante el muro encontrar el aprisco de las ovejas?¿seremos capaces de ponerle a la dificultad de esta semana, a lo que me aprieta, me quita el sueño, me agobia… el nombre de CRUZ? Sí, a llamarlo Cruz. Y ver en esa cruz una o varias oportunidades. Para empezar, nos sirve de pretexto para buscar el cobijo del Señor. Y además, posiblemente sea un camino para nuestra transformación. No de los demás, contemos con que el cambio tiene que venir de mí. Con esa dificultad posiblemente se me brinde la gracia de crecer en fe, de empezar de nuevo, de mejorar en algo, de sentar nuevas bases, de ver con otros ojos, de madurar como persona, igual hasta de abrir otros horizontes. Recibir esa gracia es coger nuestra cruz, porque la cruz es camino de resurrección, aunque parezca una contradicción.