Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, la Vida de Dios en nosotros. Sin esta presencia divina en nuestras vidas y comunidades, nada podríamos hacer. Por eso en esta fiesta del Espíritu la Iglesia celebra el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar con el lema «Laicos cristianos, sal y luz del mundo».

Si la Iglesia quiere ser ella misma, ha de promover la participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en su misión evangelizadora. La vitalidad interna y evangelizadora de la Iglesia se juegan en la existencia de un laicado consciente, formado y misionero.
Que esta fiesta de Pentecostés despierte esta conciencia de responsabilidad eclesial y misionera en todos los laicos. En esta Eucaristía, nosotros hoy, como aquella primera comunidad de apóstoles, discípulos y discípulas, reunidos en oración junto con María, estamos también en oración abiertos a la acción del Espíritu Santo.




