Estoy en la bartolina 2

4 de noviembre de 2008
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Testimonio de Adelmo Martínez Gómez desde el centro penitenciario de La Ceiba.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.     Soy invitado por las personas encargadas de visitar el Centro Penitenciario en La Ceiba. No recuerdo el nombre de la responsable del grupo parroquial que asumió desde hace años esta acción pastoral Todos los martes visitan a sus amigos privados de libertad para escucharles, leer y comentar la Palabra de Dios, conocer los procesos judiciales y compartir algunos ratos de amistad y de vida. Se desenvuelven entre ellos con soltura; son queridos y respetados. Les acompaña una larga experiencia y una actitud de servicio evangélico ejemplar.

    Durante el tiempo de misión me encomendaron encarecidamente que también a estas personas les llegara el mensaje de Jesús y el acontecimiento que estaba viviendo la parroquia y toda la diócesis. Acepté con agrado. El año anterior tuve la oportunidad de entrar en el presidio de S. Pedro y ver sus luces y sus sombras y admirar el trabajo que realiza la Pastoral Penitenciaria. Dejé constancia de todo ello en el diario “Flor sin defensa”. Ahora me encomendaban realizar alguna reunión con los residentes en el presido de Ceiba, conocer su interior, platicar, observar, saludar, escuchar, estar unas horas en un lugar especial con personas especiales necesitadas también de misericordia y salvación.

    Al finalizar una de las visitas, uno de los residentes me entregó estas palabras:

“Hermanos católicos les deseo éxito en sus trabajos espirituales. Ustedes son el medio del que Dios se sirve para estar con nosotros y acompañarnos en esta vida. Gracias por visitarnos y escucharnos. Me llenan de aliento cuando hablan con tres palabras: fe, esperanza y caridad. Gracias por venir en nombre de la Iglesia Católica. Hermanos míos, porque no hallo otra solución, me dirijo a ustedes para pedirles la cooperación de un abogado que quiera llevar mi causa. No tengo dinero. El abogado me cobra seis mil lempiras y eso es para mí imposible de obtener. Lo que sí tengo es fe en Dios y en la Iglesia. Sé que soy escuchado, no pierdo la esperanza. Confío en la ayuda de ustedes. Mi nombre es Adelmo Martínez Gómez. Estoy en la bartolina 2. Si necesitan alguna información de mí aquí estoy. Si algún hermano puede prestarme ese dinero por trabajo, yo lo acepto. Cuando vengan la semana próxima me gustaría que me trajesen una Biblia”.

Adelmo Martínez

    

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