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Enamoramiento: ese amanecer

Bonifacio Fernandez -

En la cultura occidental el matrimonio  ha llegado a configurarse como el fruto del enamoramiento y la elección libre. Las personas se casan por amor y para amarse. Deciden unir sus vidas llevados por un sentimiento de amor compartido y contrastado durante un tiempo. El proyecto de amor conyugal ha emergido con fuerza, vigor y belleza especial en el enamora­miento. Y se ha configurado en el noviazgo en cuanto forma social del aprendizaje del matrimo­nio

1. Tiempo difuminado, pero inspirado

La verdad es que la dimensión social e institucional del noviazgo se ha difuminado mucho al hilo de la privatización del amor. Se evita el nombre. No se sabe bien cómo denominar la realidad de esa relación. No se acierta a darla a conocer. Es cierto que en cuanto experimento no tiene contornos precisos. Cada noviazgo es una historia diferente. Existe un fuerte pudor a hacer pública la relación existencial que ha surgido y se está fraguando. Se difumina diciendo: tengo un amigo, una amiga.

2. Tiempo de renacer

Enamorarse implica básicamente un descentrarse de sí para concentrarse en la persona del otro sexo. Sea cual sea la forma sicológica como se inicia, el enamora­miento tiene siempre la dimensión del descubrimiento del otro. En el origen del despertar del sentimiento de enamoramiento suele haber una llamada de la belleza del otro. Su sonrisa, su voz, su forma de mirar atraen la atención. Inseparable del atractivo físico es el atractivo personal. Nadie había visto en mi lo que tú has visto. Nadie había suscitado en mí lo que tú has suscitado. Tú despier­tas dimensiones de mi ser, de mi sensibilidad, que nadie había desper­tado hasta que tu llegaste a mi vida. Me siento como renacido.  Mi vida en cuanto enamorado empieza a girar en torno a la tuya. Mi tiempo se empieza a medir en relación con tu presencia y tu rostro. Estoy todas las horas esperando el encuentro contigo. Los momentos de la separación se hacen insufribles e implacables. No me es suficiente tu continua presencia intencional en mi mente y atención.

3. Ojos enamorados

El mundo entero cambia de semblante ante mis ojos. La gente me parece más guapa, más generosa. Las calles del pueblo o la ciudad tienen un fulgor especial, nuevo. Son más acogedoras, más cálidas. Todo cambia y se trasforma. Se inicia un mundo nuevo, diferente. Están llenos de buenas noticias.

    
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