
“Para la Unión Europea, reforzar las fronteras de Europa es prioritario a salvar vidas–ha señalado Nicolas Beger, director de la Oficina de Amnistía Internacional ante las Instituciones Europeas–. En sus intentos de frenar la ‘inmigración ilegal’, los países europeos han reforzado sus medidas de control de fronteras más allá de éstas, sin tener en cuenta el coste humano. Lejos de la mirada del público, estas medidas ponen a las personas en peligro de sufrir graves abusos”.
En 2011, al menos 1.500 personas –hombres, mujeres y niños– murieron ahogadas en el mar Mediterráneo cuando intentaban llegar a Europa. Algunas de esas muertes eran evitables. La demora en los rescates cuesta vidas. En los últimos años se ha obligado a algunos sobrevivientes a regresar a países donde corrían peligro de sufrir abusos y malos tratos. En varias ocasiones, Italia obligó a personas a regresar a Libia, donde fueron detenidas y sufrieron malos tratos. En un entorno en el que apenas existe transparencia o vigilancia, los abusos contra los derechos humanos suelen quedar sin castigo a lo largo de las costas y fronteras de Europa.
Cuando no existes
La campaña de Amnistía Internacional tiene como fin exigir responsabilidades a cualquier país europeo que vulnere los derechos humanos al aplicar sus controles migratorios. Cuando no existes aspira a defender los derechos de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en Europa y en torno a sus fronteras. Las personas emigran a Europa por razones muy diversas. Unas huyen de la persecución o la guerra, otras pretenden abandonar una vida de pobreza crónica. Allí esperan encontrar un futuro mejor y más seguro. Con demasiada frecuencia, la realidad es otra.
En la actualidad, Europa no está promoviendo y respetando los derechos de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo. La hostilidad es generalizada y no suele informarse del maltrato. Mientras las personas en movimiento sean invisibles, no dejarán de estar expuestas a sufrir abusos.
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