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Crisis, austeridad y pobreza

Alejandro Córdoba -

La ONG Intermón Oxfam ha elaborado el informe “La trampa de la austeridad”, en el que ha participado el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. ¿Qué dice?

Según dicho informe las medidas de austeridad puestas en marcha para rescatar la banca y equilibrar las cuentas están causando más pobreza y desigualdad. Ello supondrá que en el año 2025 el número de europeos en riesgo de pobreza en Europa habrá aumentado en 25 millones, alcanzando los 146 millones, que supone un cuarto de su población.

El premio Nobel de economía y ex economista jefe del Banco Mundial, Joseph Stiglitz sostiene, al respecto, que “La austeridad sólo ha conseguido paralizar el crecimiento de Europa, contribuyendo al aumento de las desigualdades que harán que esta situación de fragilidad económica perdure”.

Según dicho informe la gestión europea de la crisis económica amenaza con revertir décadas de progreso en materia de derechos sociales. Los agresivos recortes en la seguridad social, la sanidad y la educación, los derechos mermados de los trabajadores y un sistema fiscal injusto están atrapando a millones de ciudadanos europeos en el círculo vicioso de la pobreza, que podría perdurar durante generaciones.

Una de las conclusiones del informe es que “La austeridad hoy, como las medidas de ajuste en el pasado en América Latina o Asia, no sólo no son la solución a la crisis, sino la medicina equivocada que puede terminar matando al paciente“.

La solución adoptada a la crisis no tiene sentido moral ni económico, según este estudio. Y no podemos volver a cometer los mismos errores que ocasionaron la crisis que padecemos. Pero ¿hay otras alternativas?.

Las hay. Son aquellas que tienen que ver con una economía sostenible que prioriza el desarrollo sobre el crecimiento; que apuesta por un modelo más justo y solidario.

El Papa Francisco ha criticado el "liberalismo salvaje" que hace que "los fuertes se hagan más fuertes, los débiles más débiles y los excluidos más excluidos". Y aboga por reglas de comportamiento y, si fuera necesario, también la intervención del Estado para corregir las desigualdades más intolerables.

¿Cómo hacer efectivas esas alternativas?

No pasemos la pelota a los políticos. Por supuesto que a estos hay que exigirles transparencia y honradez en su gestión y en el cómo lo hacen. Pero el qué hacen depende de lo que los ciudadanos les demandemos y exijamos. La solución, pues, pasa también por nosotros.

 


Extraído del blog "Creyentes y responsables".

    
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