Cooperantes ¿razón o corazón?
La idea
romántica del cooperante que decide marcharse casi de forma espontánea
a un país en desarrollo para ayudar en lo que sea necesario es ya algo
del pasado, aunque todavía sigue vigente en el imaginario colectivo.
La
realidad es algo distinta: los cooperantes son profesionales con
formación universitaria cualificada que gestionan, ejecutan o evalúan
proyectos de cooperación al desarrollo en otros países durante periodos
más o menos largos de tiempo.
Hasta hace poco tiempo, sus condiciones laborales y las coberturas sociales a las que podían acceder eran precarias, algo que ha ido mejorando desde que entró en vigor el Estatuto del Cooperante en 2006. Este año, en el Día del Cooperante, la AECID afirma que el 38% de los cooperantes españoles está cubierto por el seguro colectivo de previsión social, que les proporciona asistencia médica primaria y de maternidad. Pero queda pendiente el reconocimiento de enfermedades laborales adquiridas en el país de destino, los gastos de escolarización de los hijos de los cooperantes o la exenciones fiscales por trabajar en el extranjero, recuerda José María Medina, presidente de la CONGDE.
No es oro todo lo que reluce en torno a la vida del cooperante: para
Albán del Pino, técnico de cooperación de la ONG
Mundo Cooperante,
“no todo el mundo podría adaptarse o aceptar un trabajo en contextos
que, a menudo, son muy duros. Por otro lado, pasan largos periodos de
tiempo desvinculados de su entorno familiar y social en su país de
origen y deben integrarse en culturas distintas”.
Vanesa Moya, cooperante de la ONG Solidaridad Internacional en Líbano, cree que el hecho de vivir fuera de tu país, estar en contacto con realidades diferentes y aprender a relacionarte según unos códigos socio-culturales ajenos es enriquecedor, pero también muy desgastante, ya que se trabaja en entornos difíciles y en ocasiones muy inestables en cuanto a seguridad.
Eso sí, las responsabilidades y problemas a los que se enfrentan allí no son muy distintos a los de otro trabajo, aunque el entorno si puede hacerlos más difíciles de resolver. “Como el grado de implicación personal en la labor que realizas suele ser alto, a menudo los límites entre trabajo remunerado y espacio personal no son muy claros”, dice Vanesa.
Por supuesto, conlleva satisfacciones añadidas al hecho de que estás trabajando por mejorar un trocito de mundo: para Alban “es difícil identificar aquellas que son más emocionales que profesionales, pero con seguridad se verán cumplidas las expectativas de viajar y conocer a fondo otras realidades y otras culturas. El superar retos difíciles casi a diario es, sin duda, muy satisfactorio cuando viene acompañado de resultados.” Y Vanesa, por su parte, cree que cuando se trabaja por acercarse a una realidad más justa para todas las personas, los avances en el trabajo se convierten también en pequeños logros personales.
El duro retorno
Más que una edad para este trabajo, quizás exista un periodo vital que anuncia su fin cuando se llega el momento de tener hijos. Muchos de los y las cooperantes se plantean la vuelta a España para proporcionar a sus hijos seguridad y estabilidad. Pero no siempre es fácil el retorno y la consiguiente reinserción laboral, principalmente porque “desvincularse por completo de la experiencia y el trabajo que has realizado en un proyecto es complicado para muchos. Suele ocurrir que el cooperante quiera continuar vinculado laboralmente en España a la labor que ha realizado en el extranjero y de hecho, el Estatuto recoge el derecho a volver al puesto de trabajo anterior si éste estaba en la ONG responsable del proyecto”, reconoce Alban del Pino.
Precisamente, la secretaria de Estado de Cooperación Internacional anunció que las administraciones elaborarán con las ONG planes específicos de empleo que faciliten la reinserción laboral de los que retornen tras participar en proyectos de desarrollo.
No sin razón, Albán del Pino concluye que la reinserción del cooperante a la realidad de la vida en España es sólo un proceso, a veces complejo, a veces sencillo, en el que hay que integrar lo que has vivido y, probablemente lidiar con las ganas de volver a marcharte.
¿Qué PueDo HaCer yo?
Puedes empezar a formarte para trabajar como cooperante. Busca en alguno de los másters o cursos de cooperación al desarrollo que tenemos en la sección de Formación de CanalSolidario.
Puedes buscar ofertas de ONG en HacesFalta.org que necesiten cooperantes en otros países.

Hasta hace poco tiempo, sus condiciones laborales y las coberturas sociales a las que podían acceder eran precarias, algo que ha ido mejorando desde que entró en vigor el Estatuto del Cooperante en 2006. Este año, en el Día del Cooperante, la AECID afirma que el 38% de los cooperantes españoles está cubierto por el seguro colectivo de previsión social, que les proporciona asistencia médica primaria y de maternidad. Pero queda pendiente el reconocimiento de enfermedades laborales adquiridas en el país de destino, los gastos de escolarización de los hijos de los cooperantes o la exenciones fiscales por trabajar en el extranjero, recuerda José María Medina, presidente de la CONGDE.
¿Qué hace un cooperante? |
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Vanesa Moya, cooperante de la ONG Solidaridad Internacional en Líbano, cree que el hecho de vivir fuera de tu país, estar en contacto con realidades diferentes y aprender a relacionarte según unos códigos socio-culturales ajenos es enriquecedor, pero también muy desgastante, ya que se trabaja en entornos difíciles y en ocasiones muy inestables en cuanto a seguridad.
Eso sí, las responsabilidades y problemas a los que se enfrentan allí no son muy distintos a los de otro trabajo, aunque el entorno si puede hacerlos más difíciles de resolver. “Como el grado de implicación personal en la labor que realizas suele ser alto, a menudo los límites entre trabajo remunerado y espacio personal no son muy claros”, dice Vanesa.
Por supuesto, conlleva satisfacciones añadidas al hecho de que estás trabajando por mejorar un trocito de mundo: para Alban “es difícil identificar aquellas que son más emocionales que profesionales, pero con seguridad se verán cumplidas las expectativas de viajar y conocer a fondo otras realidades y otras culturas. El superar retos difíciles casi a diario es, sin duda, muy satisfactorio cuando viene acompañado de resultados.” Y Vanesa, por su parte, cree que cuando se trabaja por acercarse a una realidad más justa para todas las personas, los avances en el trabajo se convierten también en pequeños logros personales.
El duro retorno
Más que una edad para este trabajo, quizás exista un periodo vital que anuncia su fin cuando se llega el momento de tener hijos. Muchos de los y las cooperantes se plantean la vuelta a España para proporcionar a sus hijos seguridad y estabilidad. Pero no siempre es fácil el retorno y la consiguiente reinserción laboral, principalmente porque “desvincularse por completo de la experiencia y el trabajo que has realizado en un proyecto es complicado para muchos. Suele ocurrir que el cooperante quiera continuar vinculado laboralmente en España a la labor que ha realizado en el extranjero y de hecho, el Estatuto recoge el derecho a volver al puesto de trabajo anterior si éste estaba en la ONG responsable del proyecto”, reconoce Alban del Pino.
Precisamente, la secretaria de Estado de Cooperación Internacional anunció que las administraciones elaborarán con las ONG planes específicos de empleo que faciliten la reinserción laboral de los que retornen tras participar en proyectos de desarrollo.
No sin razón, Albán del Pino concluye que la reinserción del cooperante a la realidad de la vida en España es sólo un proceso, a veces complejo, a veces sencillo, en el que hay que integrar lo que has vivido y, probablemente lidiar con las ganas de volver a marcharte.
¿Qué PueDo HaCer yo?
Puedes empezar a formarte para trabajar como cooperante. Busca en alguno de los másters o cursos de cooperación al desarrollo que tenemos en la sección de Formación de CanalSolidario.
Puedes buscar ofertas de ONG en HacesFalta.org que necesiten cooperantes en otros países.
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