
¿Qué pensar de esta historia?¿Qué se siente al leerla? Habrá que admitir que, al menos, describe una dimensión importante del estilo de vida actual: hay muchos quehaceres y ocupaciones, pero falta comunicación; hay muchos aspectos desconocidos en la persona del cónyuge, de la misma manera que los hay en la persona que cada uno somos. No se puede dar por descontado que ya nos conocemos. Ni en las relaciones fraternas, ni en las de amistad, ni en la relación matrimonial.
La comunicación es una asignatura pendiente en nuestro ritmo y estilo de vida. Y, sin embargo, es ahí donde reside lo mejor de la vida humana. La experiencia de intimidad personal, de estar en contacto con los propios sentimientos, miedos, aspiraciones, defensas; es una fuente de vitalidad. La capacidad de intimidad personal necesita ejercicio constante. Y es desde la intimidad personal, intensa y lúcida, desde donde se pueden construir relaciones positivas constructivas. La capacidad de soledad y de unificación personal es el presupuesto para vivir relaciones estimulantes y positivas.
La verdad es que la intimidad personal es una capacidad. Y también una tarea. Requiere ejercicio. Necesita tiempo y estimulo. Hay que buscar las oportunidades en la vida de cada día. Durante el tiempo de liberación de trabajo se habrá dado la oportunidad de tocar la propia soledad e intimidad, a pesar de todos los potentes estímulos que llaman hacia la mera exterioridad.
Es entonces cuando la comunicación conyugal es una buena noticia.




