Comisión Ética frente a la Impunidad de los crímenes de Estado en Colombia: Verdad, justicia y reparación

28 de noviembre de 2007
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“En Colombia, el Estado está en connivencia conlos autores del crimen, y la respuesta es la impunidad”. Conestas duras palabras abría José AntonioGimbernat, presidente de la Federación de Asociaciones deDefensa y Promoción de los Derechos Humanos, laComisión Ética frente a la Impunidad de loscrímenes de Estado en Colombia celebrada a inicios delverano en Madrid, que se inspira en la ComisiónÉtica contra la Tortura de Chile.

(JPG)Los terribles crímenes de lesa humanidad que se vienensucediendo en Colombia desde hace décadas, que incluyenmasacres, desapariciones forzadas, asesinatos, torturas,desplazamientos y actos de genocidio, amparados o posibles por laimpunidad de que gozan los culpables y por los mecanismosinstitucionales y extralegales de encubrimiento, son puestos sobre lamesa. Más de doscientas treinta organizaciones de lasvíctimas de esta violencia “ejercida con el poderdel Estado” han decidido emprender unidas una larga y duralucha “por la verdad, la justicia y lareparación”. Y con tales objetivos nace estacomisión, del trabajo del Movimiento Nacional deVíctimas, que va de la mano de la mano de laComisión Intereclesial de Justicia y Paz de Colombia (CIJYP)y de la Red de Alternativas a la Impunidad y a laGlobalización; tarea que se inició en Cacarica(Colombia) en 2002 y que ha ido continuando con diferentes intercambiosde experiencias.

“Democraciacimentada en la destrucción”

Así describe Danilo Rueda, miembro de la Comisiónde Justicia y Paz de Colombia, el Estado colombiano que, sobre tododesde que Uribe está en el poder, pero antestambién, está caracterizado por“militarización del alma y muerte desueños: legalización de la ilegalidad; terrorinstitucional; falsa estrategia contrainsurgente; ascenso de militaresde estrategias paramilitares; ascenso de políticos que sebeneficiaron de los paramilitares; la inacción del aparatojudicial; represión; ex presidentes y multinacionalesfavorecidos por esta situación; y la impunidad”.

La arbitrariedad, los abusos y el terror los están sembrandoahora los Águilas Negras (versión moderna de lasAutodefensas Unidas de Colombia y otros nombres que se han venido dandoa los paramilitares), los paras de hoy en día, que“cometen los mismos crímenes” y ejercenel “mismo control político”, tomando y“protegiendo territorios e impidiendo acceder a ellas a susresidentes y propietarios (campesinos, afros…)”.

Con estos ingredientes el plato de los últimosaños es amargo. 41.000 crímenes de lesahumanidad; más de 20.000 personas torturadas y desaparecidasen fosas comunes; 8.000 casos de desapariciones forzadas; tres millonesde colombianos desplazados en diez años.

Hasta el momento, además, los pasos dados por lasautoridades colombianas parece que han sido más bien unlavado de cara ante la opinión públicainternacional y no pasos en pos de las justicias. Como ejemploestá la (mal) llamada Ley de Justicia y Paz que, en palabrasde los miembros de la CIJYP, “reunía en las mismasgranjas a víctimas (desplazados) y victimarios”sin ningún otro tipo de acción”, unidoesto al “engaño” de laComisión Internacional de Reconciliación yReparación, que “no ha contado con lasvíctimas” y ha supuesto, además“perdón con olvido”.

Pues bien, ante esto, los colombianos tienen y quieren esperanza.

La esperanza y la memoria

Y la esperanza, entre otros lugares, está en estaComisión Ética, para que al menos quede lamemoria, y para que dentro de algunos años puedaestablecerse una Comisión de la Verdad en la propiaColombia. ¿Los objetivos y las acciones?“Salvaguardar la memoria de las víctimas,testimonios, pruebas judiciales; afirmar el derecho de los pueblos ycomunidades sobre la protección de sus territorios; apoyarlas luchas de las comunidades; construir espacios de memoria y protegerla verdad”. Que el olvido no engulla la memoria. Y que por lamemoria llegue algún día la justicia.

¿Qué hacer? Los miembros de estaComisión Ética dan algunas pistas.“Boicot a productos de empresas que trabajen donde losparamilitares”, “luchar contra la impunidad y losasesinos, y difundir y guardar el testimonio de un pueblo” y“proteger la memoria”. Nada ha de romperjamás la esperanza.

Visita a fosas comunes

Cráneos con agujeros de bala en fosas comunes con restos deasesinados; antigua sede de paramilitares (donde habíanasesinado a miles de personas); monumento de honra en lugares demasacres y sentido homenaje a quienes se tragó larepresión y la impunidad; encuentro, sobrecogedor, con lossobrevivientes, los resucitados, los testigos de actos de paramilitaresy de desapariciones. Y pruebas y recabar pruebas y guardarlas para queno se pierdan y para ser enseñadas. Esto fue lo querealizaron un grupo de miembros de la red de Alternativas a laImpunidad y a la Globalización, tal y como lo explicabaAlberto Giráldez, que visitaron, en febrero, algunos lugaresque han sufrido y llevan años sufriendo larepresión.

Un acto más de refuerzo de estas redes que han dado comofruto esta comisión, tejida por la sociedad civil (lassociedades civiles) que luchan de una manera pacífica,noviolenta, contra la injusticia, en este caso contra la iniquidad y lainfamia que nacen del ser y del actuar del Estado y de los gobernantes.

“Democracias debaja intensidad fundadas en el olvido y la desmemoria”

Esta es la regla general en toda América Latina de acuerdocon Enrique Núñez, de la ComisiónÉtica contra la Tortura de Chile, quien recuerda que“Pinochet se murió en la impunidad que reina entoda América”; Arbitrariedad de la que“se lucran empresas nacionales y transnacionales”,recuerda, que en este caso “se lucran de la sangre del pueblocolombiano”. Conclusión, “no aceptemosnegocios con manos manchadas de sangre”.

¿Y los medios? Aquí los llaman grupos defensoresde la libertad; allí les da la risa si se relaciona a lamayoría de los grandes medios convencionales con asuntos tanserios como los derechos humanos o las libertades.¿Cómo? Sí, eso es lo que dice elperiodista José Manuel Martín Medem, granconocedor de la América en general y de Colombia enparticular. “Los medios colombianos callan y soncómplices del Estado”.

Y en esos tejemanejes entra también PRISA, cuyos negociostienen cada vez más espacio y que se benefician de susavenencias con las autoridades colombianas; “Colombia es laplataforma de PRISA en América Latina”. Y unaconstatación; con todo, afortunadamente, “no hanconseguido envenenar a la opinión públicaespañola”, aunque mayoritariamente “haypoco conocimiento, no poca sensibilidad”.

Y un reto, la radio y la televisión pública“necesitan buena información de AméricaLatina”.